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Tras una jornada de descanso la carrera se reinicia en Pescara con una jornada que remonta el Adriático para terminar en Jesi, con unos últimos cien kilómetros ajetreados, sin apenas llanos y la cota de Monsano a apenas diez kilómetros del final, por lo que la resolución debería ser nerviosa pero tampoco esperemos algo épico.
Menos aún lo encontraremos el día siguiente, camino de Reggio Emilia, con doscientos kilómetros planísimos remontando el valle del Po.
Seguimos en el tránsito para cruzar hacia el Tirreno con una etapa con final en Génova que ha sufrido muchos cambios desde la presentación, perdiendo gran parte de su interés, pues se ha sustituido un puerto de segunda cerca de meta por un rodeo para mostrar el nuevo Puente de San Giorgio, que sustituye al que se derrumbó hace unos años, sirviendo también de homenaje a las víctimas que se produjeron entonces. Esa parte es loable, pero perjudica seriamente a la parte deportiva, pues toda la parte final será por carreteras de gran capacidad, horribles para el espectáculo.
Para completar este en principio aburrido comienzo de segunda semana, otra etapa ideal para una llegada masiva, pues difícilmente se va a quedar ningún ciclista en el Colle di Nava, a más de cien kilómetros de la meta en Cuneo.
Al menos la siguiente jornada, en las proximidades de Turín, sí tiene cierto aliciente, con un par de vueltas a un circuito montañoso que incluye como subida destacada Superga, aunque de nuevo llama la atención que salida y meta estén tan próximas, como si fuera un poco solución de emergencia.
La semana se cierra con una interesante etapa en el Valle de Aosta, aunque no termina de sacarle jugo a una zona magnifica en cuanto a puertos, estando también lastrada por un final muy poco atractivo de cara a ataques que busquen el gran premio, pues la llegada a Cogne tiene los últimos diez kilómetros muy aptos para el trabajo de los equipos y el global de la etapa no hace previsible que se llegue muy rota la carrera, por lo que los gregarios tendrán fácil su misión.