Se ha presentado el Tour del 2026 y ya se sabe lo que se intuía. Habrá montaña. Muchas montañas. Muy variadas. Ahora bien ¿alta montaña? Es difícil encontrar una etapa catalogarle como tal hasta el final de la carrera. Si habrá muchos finales en repecho o en puertos pero pocos encadenados. Y no muy altos. Así que podemos titular el Tour del 2026 como el de las cumbres…chiquititas.
La cosa comienza en Barcelona con dos etapas ya presentadas tiempo atrás. Una crono por equipos que termina en la zona de Montjuic y que no deparará grandes diferencias (aunque habrá que prestar atención al tramo final) y una etapa entre Tarragona y Barcelona con varios pasos por el Castillo de Montjuic que eliminará sprinters y dejará el triunfo en manos de clasicomanos y gente con buen rush final. Lo que pasa es que es previsible que el mayor favorito a la victoria sea el mejor clásicomano…
El resto de la primera semana presenta un perfil engañoso, transitando por las zonas cercanías de los Pirineos pero sin afrontar los puertos más duros del y sin dejar muchas opciones para sprinters. Las llegadas a Les Anglès, con varios repechos duros por el camino, y a Foix, cumplen con este perfil.
Luego si que llegará la primera opción clara para sprinters en Pau, terminando el paso por los Pirineos con la llegada al impresionante valle de Gavarnie. La etapa elegida es muy propicia para el movimiento lejano, ya que Tourmalet está en el lugar idóneo para mover la carrera y la subida final es de poca consideración.

El Tour terminará la primera semana con otro final en alto en otra cima pequeña. El paso por el macizo central se saldará con una etapa de mucho desgaste con varios puertos empinados y final en Lioran, como en 2024.
Tras la primera jornada de descanso llega una etapa de media montaña y otra llana camino de los Vosgos donde se celebrará al día siguiente una etapa muy dura con pasos por Grand Ballon y Ballon d’Alsace antes del final con el muy duro Col de Haag, a solo 6 kms de la meta en Le Markstein.

Y sin solución de continuidad otra etapa con un puerto de paso muy duro (La Croissette) y un final no menos duro en Plateau de Solaison. De nuevo puertos “chiquitos”, no muy largos ni muy altos pero de porcentajes apreciables.
La última semana comienza con una crono individual, la única de la prueba, de kilometraje escaso y relativamente quebrada, antes de la última etapa llana camino de Voiron. A partir de ahí, nuevas montañas “chiquitas” camino de Orcieres Merlette, cumbre histórica que en esta ocasión albergará una etapa de media montaña. Como de media montaña será la etapa siguiente camino de Alpe d’Huez con solo Noyer como dificultad notable antes de la subida final.

La única etapa que se sale del guion de etapas con montaña “chiquitas” es la última de montaña, que hace la número 20. Una etapa clásica con un final innovador. Un autenticó etapón de montaña con 3 puertos de categoría especial, nada menos que la Croix de Fer por su lado menos duro, el Galibier por su lado más exigente, con Telegraphe y la subida final a Alpe d’Huez pero por la vertiente de Sarenne, de dureza similar, pero mucho más espectacular por su entorno y carretera más estrecha.
La etapa final en París vuelve a pasar por Montmartre pero se aleja la cuesta del final, dándole una oportunidad más a los sprinters.
El recorrido parece diseñado para decidirse en la última semana, con la crono individual y la etapa de Galibier. No obstante el principal favorito puede decidir otra cosa camino de Gavarnie o en Le Lioran. Como viene siendo habitual, siendo un recorrido idóneo para los escaladores y muy poco para los más fuertes en la crono.
