Ya estamos en la parte decisiva, y más en el Giro, que como es habitual ha dejado las etapas más relevantes para el final. Esta primera etapa de esta última semana es durísima, con hasta cinco ascensiones puntuadas, donde destacan sobre todo el dúo final, Santa Barbara y San Valentino. Atención con este día: no es descartable que el ganador final salga de esta jornada.
La llegada a Bormio es la etapa que ha levantado más controversia, al no emplear ninguno de los puertos que desembocan en dicha localidad. Incluso el paso por el Mortirolo se hace por una de sus vertientes más modestas, la de Edolo. Se insinuó el uso de la variante de la recta Contador, pero cuando escribo estas líneas ese aspecto no se ha precisado. De todas formas, el largo tramo llano final, alargado para incluir la cota final de Le Motte, no hace sino reducir las posibilidades de ver una verdadera pelea entre los principales gallos.
La decimoctava etapa será el último respiro antes de la traca final. Serán apenas ciento cuarenta kilómetros bastante planos, con solo tres ascensiones antes de un largo tramo llano hasta el final a las afueras de Milán. Estas etapas suelen ser muy propicias para la escapada consentida y que el pelotón se lo tome con exceso de relajación; ya hemos visto otros años que si pones kilometrajes elevados puedes llevarte un chasco ante el comportamiento desalentador de los corredores.
El dúo final de etapas montañosas empieza con una en el valle de Aosta, en su parte occidental. Por desnivel acumulado, seguro que es la etapa reina. Las tres ascensiones principales tienen números similares, en torno a los quince kilómetros y el siete por ciento de pendiente media. Solo la subida final de Antagnod baja esos números, por lo que sería interesante romper la carrera antes de ese punto.
Siguiendo con el símil cinematográfico, el único puerto que tendría categoría de estrella es el que aparece para cerrar la película: Finestre. Aunque de reciente aparición, su estilo clásico, con tramos de tierra, y las batallas disputadas en sus laderas hacen que siempre sea muy esperado por la afición. Como casi siempre, la etapa tendrá su final en su partenaire, Sestriere, aunque cambia ligeramente la ubicación de la meta.
Si habéis leído pasados análisis del recorrido del Giro, sabréis mi opinión sobre la insulsa última etapa. Al menos este año tiene dos mejoras mínimas: la salida neutralizada es desde el Vaticano, y la media vuelta se da tras recorrer cierta distancia por la costa. El resto conocido: la zona fuera del circuito final es lo más básico que se puede hacer, y el circuito es el habitual los últimos años, por la zona histórica de Roma, con sus puntos peligrosos.