PAISAJE (7/10): Las vistas en la zona de Ernio son muy interesantes.
TRÁFICO (4/10): Aunque no lo parezca, sube bastante gente, pues es base para senderismo y montañismo.
ASFALTO (3/10): Hasta el cruce perfecto, luego bien hasta el kilómetro y medio final, que necesita arreglo.
Comenzamos la altimetría junto a la parada de autobús de Ibarbia, aunque algo de altura hemos ganado desde Azpeitia. Tampoco ganaremos mucho más hasta Errezil, pues nos moveremos por cifras inferiores al 5 %. El paso por el pueblo es bastante rápido e incrementa algo la pendiente. En cuanto al paisaje, como en los demás puertos, zona de prados salpicada por caseríos. En esta zona transitaremos por dos horquillas, siendo la segunda el punto de comienzo de los kilómetros finales que nos deberían llevar a la máxima exigencia.
La carretera pasa a ser muy estrecha, pero el asfalto sigue en muy buen estado. Sin embargo, raramente la pendiente baja del 10 %, incluso con puntas del 20 %. Las horquillas son una tortura, pues el giro nos pone delante de una pared; los prados laterales son muy verticales, acentuando la pendiente.
A falta de un kilómetro, y cuando estamos en medio de un kilómetro a más del 16 %, el asfalto empeora; incluso desaparece en algún tramo. A partir de aquí encontraremos algunos canales para el paso del agua que habrá que superar con precaución, tramos de tierra sin y con piedras, otras zonas con hormigón también de estado variable. Con precaución, todo es abordable con la bicicleta de carretera; más cuidado habrá que tener al bajar.
Tras una última horquilla donde está el aparcamiento, la pista termina junto a dos bordas, donde se hacen romerías y podemos rellenar el depósito vacío tras este muro que, con algo de esfuerzo para su arreglo, podría convertirse en un clásico del cicloturismo en Euskadi.