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ANÁLISIS DLC: EL TOUR DEBE REINVENTARSE

Las dos primeras semanas del Tour 2.017 generaron unas expectativas que finalmente no han llegado a cumplirse. La última semana de este Tour se desarrolló en parecidos términos a como lo hizo el conjunto del  Tour 2.016.

Aunque el Sky al principio de la Grande Boucle generó dudas de si estaba al nivel de años pasados, esas dudas han terminado por  desaparecer. Y es que, además de Chris Froome, tanto Mikel Landa como Michael Kwiatkowski hubiesen podido liderar cualquiera otra escuadra participante en este Tour. Incluso le podían haber hecho frente al inglés. Por supuesto, siempre que la carrera se hubiese desarrollado en los términos que se ha desarrollado. Que seguramente no habrían sido los mismos.

Yendo al grano. Una de las primeras premisas para que una competición deportiva tenga interés, la igualdad de fuerzas, no se ha cumplido. Por lo menos en lo que respecta a los equipos concurrentes. Tanto Kwiatkowski como Landa hubiesen podido liderar el Sky de no haber estado al frente de esa escuadra Chris Froome. Sky ha corrido este Tour con un jefe de filas, tres suplentes de jefes de filas, contando a Thomas, y cinco gregarios. A su vez, mientras no hacía falta sustituir al jefe de filas titular, los suplentes ejercían de gregarios también.

A pesar de esa superioridad del Sky, sí que ha dado la impresión de que Chris Froome no ha estado al nivel de pasadas ediciones. El hecho de que a la contrarreloj de Marsella Froome llegase sin el Tour decidido a su favor –cualquier imprevisto le podía despojar del maillot amarillo en esa etapa- es prueba irrefutable de esto. Y es que Chris Froome no ha podido dejar a sus últimos rivales en ninguna de las etapas montañosas. E incluso en alguna, esos rivales han dejado atrás al inglés. Una explicación a este aparente descenso de rendimiento deportivo de Froome es que el mes que viene intente vencer también en la Vuelta a España.

Durante el último lustro, Sky ha convertido el Tour de Francia en su escaparate preferido para mostrar al mundo ciclista su superioridad. Siendo cierto que en muchas otras pruebas Sky no muestra en absoluto esa misma superioridad, sí que la muestra durante la carrera más importante del año. Con las consecuencias que ello acarrea. La ronda gala se está convirtiendo, de esta manera, en una de las más aburridas del calendario internacional. Las medidas que se pueden tomar para acabar con esto exceden a la competencia de la ASO. Debiera ser la propia UCI quien adoptase esas medidas. La de reducir componentes en la alineación de los equipos va en esa línea. Pero de todas formas, a nuestro entender se queda corta. Urgen medidas “proteccionistas” por parte de la UCI en este sentido. Medidas que, efectivamente, vayan en sentido absolutamente contrario de lo que el presidente de la UCI Cookson y los suyos llevan aplicando durante su mandato. Por ejemplo límites presupuestarios en los equipos, que generen un reparto más equitativo de los jefes de filas entre los equipos concurrentes.

Si el Tour es ahora mismo el enorme escaparate publicitario en que se ha convertido, si es actualmente el gran negocio que es, si ofrece las cifras de rentabilidad que ofrece… es porque hubo, antes que eso, muy previamente a eso, un evento deportivo de enorme interés. Si el interés deportivo de ese magnífico evento decae como está decayendo, el Tour de Francia dejará de ser el gran negocio que es (o ha sido).

Primar la igualdad de fuerzas entre los participantes en la medida de lo posible como premisa fundamental para que un evento deportivo tenga interés es también, en este momento, una medida también de pura pervivencia del negocio. Una medida egoísta, sí. Insistimos: de pura supervivencia. Y eso la UCI y la ASO lo deben tener en cuenta.

Y no perder la perspectiva de cuál ha sido histórica y geográficamente el ámbito donde se han disputado las mayor parte y las más importantes de las carreras ciclistas. En distintos foros especializados se ha constatado ya un descenso de espectadores en las cunetas francesas. Sí a la mundialización del ciclismo, pero recordando siempre de dónde proviene el ciclismo. A esto también nos referimos cuando hablamos de medidas proteccionistas.

Regresando ya a lo más estrictamente deportivo, las expectativas generadas sobre todo por Fabio Aru y Romain Bardet de que podían asaltar el maillot amarillo, se diluyeron como un azucarillo en un vaso de agua. En la tercera semana apenas sucedió nada de interés en lo relativo a la lucha por el triunfo final.

Sería inimaginable, hace veinte, treinta o cuarenta años, que ciclistas situados a menos de un minuto en la general fueran incapaces de hacer un ataque en condiciones de derrotar al líder. Eso es lo que ha sucedido en esta última semana del Tour. No nos referimos por supuesto con lo de ataques a pesetazos en las vallas, arreones pancarteros, ciclismo youtube y demás sucedáneos que observamos en el panorama ciclista actual. Todos ellos siempre llevados a cabo en la zona de seguridad de los “atletas”. Donde tanto el riesgo como el margen de ganancias son realmente ínfimos.

Nos referimos a ataques a decenas de kilómetros. A ataques con ritmos sostenidos. A ataques que dejen fuera de juego a los gregarios. A ataques que se conviertan en un tú a tú entre jefes de filas. No descubrimos nada nuevo, ya lo sabemos, si escribimos que la actual puntuación UCI no favorece precisamente este tipo de ataques del todo o nada. Ya sabemos de sobra que esa puntuación favorece “el que me quede como estoy”, con el consiguiente déficit de espectáculo y de interés. Y eso también es exclusiva competencia de la UCI.

Algo más de interés que Aru y Bardet llegó a poner en cambiar la situación el irlandés Dan Martin. Aunque éste en buena medida también obligado por la rémora de tiempo que le supuso la caída con Porte en Mont du Chat.

Quien no llegó a protagonizar ningún ataque por ganar el Tour fue el finalmente segundo clasificado Rigoberto Urán. La actuación del colombiano Urán es el paradigma de cómo un ciclista actualmente puede llegar a obtener un montonazo de puntos UCI sin ofrecer absolutamente nada, pero nada, al espectáculo ni a leyenda ciclista. Ese tipo de actuaciones en absoluto es monopolio de Urán. Simon Yates y Louis Meintjes corrieron de forma bastante similar.

Los movimientos tanto de Warren Barguil como de Alberto Contador fueron permitidos por su situación en la clasificación general. Al francés, entre pitos y flautas, estos permisos le han permitido ganar la clasificación de la montaña. Al de Pinto, estos consentimientos le debieran replantearse, sino su retirada del ciclismo, sí futuras participaciones en la ronda gala.

Sí que corre de cuenta de la ASO el trazado. Con tan escasos kilómetros cronometrados, a ASO se le ha acusado de organizar un Tour “pro-Bardet”. Seguimos inmersos en el eterno debate y en las eternas preguntas. ¿Cambiaría la actitud de los escaladores con más kilómetros cronometrados? ¿O se dedicarían a mantener el sexto u octavo puesto en los que la cronometrada les dejase antes de la montaña? ¿Es cuestión del trazado de la carrera o es cuestión de la actitud y de la aptitud de los ciclistas actuales?

En aras de la emoción y la igualdad finales, de que no decaiga el interés, el Tour transcurre etapa tras etapa sin que apenas pase nada realmente destacable en cuanto a prestaciones deportivas de los ciclistas. Convirtiendo la carrera, como ya hemos escrito, en una de las más aburridas del calendario. Donde las prestaciones deportivas en comparación con el pasado van a mucho menos y el interés del espectador tradicional ciclista decae a marchas forzadas. Influye también el tema de las audiencias televisivas. Trazados a veces diseñados para que apenas suceda nada en las horas intermedias de carrera y se resuelva todo al final. En los que “baste” con ver los últimos kilómetros.

El Tour debe reinventarse. Así no puede seguir. Necesita urgentemente un cambio. En las RRSS existen miles de propuestas hechas voluntariamente por el público que día a día sigue este acontecimiento. Pero como gran negocio que a la vez es, existen muchos intereses contrarios a esos cambios. El Tour de Francia en julio es para muchos de nosotros una tradición. No nos gustaría escribir dentro de unos años lo de “entre todos lo mataron y él solito se murió”.

RAÚL ANSÓ ARROBARREN

@ranbarren

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