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COPPI O BARTALI: NUEVO CALENDARIO 2020, ¿A FAVOR O EN CONTRA?

En estos tiempos convulsos para toda la sociedad, el ciclismo también esta buscando soluciones para tratar de recuperar algo del calendario perdido por el coronavirus. La ultima propuesta ubica el Tour en Agosto y posiblemente el Giro en Octubre y la Vuelta en Noviembre. Votad al final del texto si esta propuesta os parece bien o mal, tras leer previamente la opinión de nuestros redactores.


EL CICLISMO HUYE HACIA DELANTE

Sin mirar atrás. Y lo que es peor: ¿Han mirado suficientemente bien hacia delante para huir en ese sentido?

La guerra que históricamente han mantenido la UCI contra el Tour de Francia ya tiene vencedor, al menos por ahora. Se trata del Tour, que ha impuesto sus fechas contra vientos, mareas y virus. La UCI ha aceptado los mandamientos de ASO en esta situación de crisis. Ante esta emergencia sanitaria, social, económica… y deportiva, muchos de los agentes de este nuestro deporte han preferido que sea el Tour, el más grande imperio económico del ciclismo, el que lidere la salvación. Y se han plegado a sus designios. Se han aliado con el más poderoso, confiando en que él sea quien les lleve a buen puerto. El ente presidido por Lappartient ha aceptado un nuevo calendario basado en sus exigencias y sin tener en cuenta las necesidades de otras organizaciones y de otros equipos y ciclistas.

Tampoco conviene olvidar que para tomar esta decisión, el terreno ya estaba abonado. Por ejemplo, Patrick Lefevere, ya había anunciado (o amenazado) con que si no podía celebrarse este año el Tour de Francia, el conjunto del ciclismo internacional marchaba a la quiebra. Pocos o ninguno respondió. Con lo que otorgaron.

No se ha respetado el calendario previsto. Ante la situación de emergencia se ha optado por soluciones prácticas sin tener en absoluto en cuenta los derechos de las organizaciones pequeñas. Y ya de lo que casi en exclusiva se habla es de dónde ubicar al resto de grandes carreras.

¿Es correcto este proceder?

Cuesta imaginar que, aunque esta temporada no pudiesen correrse, las grandes carreras desapareciesen de cara al año 2021. Con la tradición y arraigo que mantienen la Milán- San Remo, el Tour de Flandes, la Roubaix, la Lieja, Dauphiné, Lombardia…incluso las tres grandes rondas por etapas… se hace difícil pensar que en el futuro no se llegasen a celebrar pese a que las contingencias de este año obligasen a suspenderlas. Sin embargo, es a las que se está dando preferencia.

Y las carreras más pequeñas, las que menos garantizada tienen su futura celebración en caso de que no puedan correrse este año, apenas están teniendo oportunidad de insertarse en el nuevo calendario previsto. Algunas de ellas quizás no vuelvan a disputarse en el futuro. Al igual que la pirámide poblacional, es de abajo, de la base, de donde más parece que se va a resentir nuestro ciclismo.

Los grandes equipos del World Tour van a poder salvar mejor sus temporadas que los pequeños equipos. Estos equipos menos grandes no van a poder correr esas carreras pequeñas en las que se publicitan sus patrocinadores, simplemente porque apenas las va a haber. Y si las hay, va a ser en dura competencia de repercusión contra las grandes carreras en ese abigarrado calendario que va a resultar. ¿Qué calendario les queda a los Burgos-BH, Caja Rural-Seguros RGA, Fundación Euskadi-Euskaltel, Kern Pharma y Kometa para esta campaña 2020?

El mensaje que se transmite a las organizaciones de carreras y a los equipos pequeños es francamente desolador. O eres grande, o no eres nadie. Se a quebrar bruscamente la base de la pirámide. El mensaje enviado es francamente desincentivador para que en el futuro pequeños patrocinadores lleguen a nuestro deporte. O no tan pequeños, pero que elijan comenzar desde la base, como por ejemplo el equipo español Kern Pharma.

La decisión elegida salva los muebles –únicamente los muebles- de quienes han hecho las grandes inversiones en el ciclismo para esta temporada. Pero es pan para hoy y hambre mañana.

RAÚL ANSÓ ARROBARREN

@ranbarren


LA MANTA CORTA DEL CICLISMO

ASO, organizador del Tour de Francia, anunció esta semana, con el “beneplácito” de la UCI, las nuevas fechas para la celebración de la carrera más grande del mundo y las reacciones a esta reubicación en el calendario de la ronda gala, no se hicieron esperar. En nuestro país abundaron las reacciones contrarias, fundamentalmente por una malentendida defensa a ultranza de la Vuelta a España, la principal perjudicada (sic) por la nueva ubicación del Tour en el calendario. Pero ¿tenían alternativas mucho mejores ASO y UCI? La realidad es que no. Veamos porque.

El primer problema al que se enfrenta la UCI es concentrar en apenas cuatro meses y medio (de mediados de julio a finales de noviembre) un calendario de ocho meses, el que va desde finales de febrero, cuando se cancelaron las primeras carreras, hasta finales de octubre. No hace falta ser un genio con las matemáticas para darse cuenta de que es imposible encontrar una solución buena y que se trata de poner en marcha el plan “menos malo”, partiendo de la premisa de que la temporada 2020 no puede irse más allá de finales de noviembre si se quiere empezar con cierta normalidad la temporada 2021.

Por otro lado, si hay autoridades sanitarias que ya están poniendo en duda que pueda haber ciclismo en agosto, huelga decir que ASO y UCI se habrían pegado un tiro en el pie programando un reinicio de la temporada en fechas mucho más próximas a la actual. El 1 de agosto aparece así como una fecha a medio camino entre la realidad y la necesidad. ¿Qué finalmente ni siquiera se puede reanudar? Pues probablemente habrá que cancelar la temporada pero en el mes de abril, UCI y ASO no pueden trabajar sobre la cancelación definitiva de una temporada a la que le quedan siete meses de duración. Eso sí sería una irresponsabilidad absoluta.

Así las cosas el ciclismo se enfrenta a una diatriba dramática, esto es, priorizar las grandes carreras del calendario en perjuicio de las pequeñas o viceversa. Hay quien defiende esta segunda opción bajo la premisa de que estas carreras no sobrevivirían a un parón de un año, algo cuestionable cuando la mayoría de carreras pequeñas han sufrido parones de un año en algún que otro momento de su historia. Sin ir más lejos, en la primavera de 2010, la erupción del volcán islandés Eyjafjallajökull obligó a la suspensión de varias carreras. Pues bien, ninguna de ellas desapareció y todas volvieron al calendario en 2011. ¿Pero sobreviviría el ciclismo profesional a un año sin grandes vueltas? Voces autorizadas como la de Patrick Lefevere, que vamos a dar por bueno que sabe algo más de ciclismo que nosotros, han pronosticado un futuro negrísimo en caso de que el Tour no se celebre.
Porque tan cierto es que las grandes carreras necesitan una base de carreras pequeñas sobre la que sustentarse como que las pequeñas necesitan de las grandes como escaparate en el que los patrocinadores puedan vender su producto. Con una salvedad, las grandes carreras necesitan de las pequeñas a medio plazo pero éstas necesitan de las grandes a corto plazo. ¿De qué serviría salvar carreras pequeñas en 2020 si eso propiciaría que en 2021 nos encontrásemos ante una estampida general de patrocinadores, de grandes y de pequeños?

Por desgracia, no hace falta remontarse muy atrás para encontrar un ejemplo aleccionador: la crisis económica que empezó en 2008, se llevó por delante un buen número de carreras, aquí y en otros países. Y no sólo carreras, muchos equipos se quedaron sin patrocinador y se llegó a un punto en el que el sistema parecía a punto de colapsar (¿hemos olvidado cuando Itzulia o Volta estuvieron a punto de no disputarse?). El ciclismo internacional se presentaba como un gigante con pies de barro y, sin embargo, sobrevivió hasta el punto de que algunas carreras de esas que la crisis se llevó por delante, volvieron. ¿Y qué fue lo que sostuvo al ciclismo entonces, en aquel mar bravío de la crisis económica? Pues las grandes carreras, ni más ni menos. El Tour, el Giro, la Vuelta, los monumentos, las grandes vueltas de una semana… Esos son los enseres que ASO y la UCI tienen que poner a salvo en este naufragio provocado por el coronavirus. Y del resto, lo que de tiempo.

Cualquier otra relación de prioridades es un brindis al sol cargado, me temo, bien de un punto de demagogia, bien de un punto de romanticismo malentendido por una visión arcaica del deporte profesional.

SERGIO ESPADA


¿Qué te parece el calendario propuesto con el Tour en Agosto?

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