La organización del Giro, RCS, y con motivo del décimo aniversario de su muerte, ha orientado el diseño de su edición de 2014 a Marco Pantani. Tal vez de una forma oportunista, ya que en nada se asemeja este recorrido a los que el ‘pirata’ luchaba día tras día en la ronda transalpina. Nombres como Oropa, Montecampione y poco más. Salvo este último, no se tocan los colosos que le hicieron realmente grande. Ni Mortirolo, ni la Marmolada, ni la Fauniera… ni las etapas están diseñadas a su estilo y semejanza.
Por tanto, parece simplemente un elemento de márketing, un modo de vender un producto. Una lástima, ya que Pantani hizo mucho por esta carrera y le dio el realce que después nunca ha llegado a recuperar.
Recordemos que el corredor de Cesenatico se dio a conocer en la etapa que llegó en 1994 a Merano, previa a la que le elevó a los altares con meta en Aprica e Indurain sufriendo la mayor pájara que se le recuerda. Mortirolo y Santa Cristina fueron desde aquel día mitos para toda una generación. Ahora se le homenajea con un recital de llegadas en alto en puertos semi-desconocidos.
En Montecampione consiguió derrocar por fin a Tonkov. Era 1998, época en la que aún no se había impuesto en ninguna grande y cuando la mala suerte le asolaba. El homenaje, pues, tiene sentido. Oropa sólo supuso la recuperación a un pinchazo en 1999. Ya tenía el Giro ganado y estaba en una forma que convertía aquello en una mera anécdota. Por tanto, el homenaje es incompleto o artificial. ¿Y la Cascata del Toce, donde realizó sus últimos ataques?
Como artificial es que el Giro sea una carrera más “humana”. Traslados, kilómetros de sobra en algunas etapas, puertos descomunales… Y ahora le añade los diez finales en alto que hacen gala de una falta de personalidad asombrosa. Si esta carrera era considerada diferente es porque realmente lo era, con sus defectos y virtudes, con su encanto. En estos momentos se trata de un modelo en búsqueda, falto de interés y en una encrucijada de fechas que le lastra en cuanto a participación, salvo milagro o talón. Una lástima.