En este otro grupo de corredores incluimos aquellos que por sus cualidades y talento los hacen tan especiales y únicos que son imposibles de etiquetar.
Aquí estaría nuestro Alejandro Valverde, que a sus 42 años quizás ya está no capacitado para las tres semanas y aquí puede tomar un rol de animador de la carrera en varias ocasiones y pelear por etapas.
En otro plano está el mediático Mathieu Van der Poel, que sin la inclusión de su compañero Tim Merlier, será también la principal baza en los sprints y en las llegadas con cierta dificultad, como la primera jornada, lo que lo hace ser candidato a primer líder de la carrera.
Tom Dumoulin se presenta como un auténtico enigma, ganador en 2017, lleva unas últimas temporadas lejos del primer nivel que presentaba, pero por sus tremendas cualidades siempre hay que tenerlo en cuenta.
Otro corredor tristemente en decadencia es Vincenzo Nibali, campeón en dos ocasiones (2013 y 2016), regresa a Astana en horas bajas. Su rol en teoría se limitará a acompañar a Miguel Ángel López en momentos puntuales de la carrera, y como gran ídolo local de la afición si puede meterse en alguna escapada.
