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La carrera parte de Hungría, salida pensada originalmente para el 2020 pero que la pandemia retraso un par de años. No es un comienzo muy alentador, pues el primer día se saldrá de Budapest hasta Visegrád, todo llano hasta una cota final no muy exigente de unos cinco kilómetros, esperando que algún destacado uphill finisher gane y se vista de rosa. Este final parece hecho a la medida de Van der Poel.
El segundo día, tendremos lo que antes se denominaba prólogo, nueve kilómetros contra el reloj por las calles de Budapest, con final de nuevo en cuesta. Tras la carrera tendrán que guardar bien las bicicletas de la especialidad, pues no las volverán a usar hasta el último día.
El ciclo magiar se completa con una etapa completamente llana de doscientos kilómetros que rodea, en su parte final, el Lago Balatón. Presumible sprint.
Siempre hemos destacado la inconsciencia organizativa de RCS, arriesgando muchas veces en exceso en sus propuestas, y el retorno a Italia es una muestra más, pues lo plantean en el punto más alejado posible de la salida, en Sicilia. Pese al día de descanso entre la última jornada en Hungría y esta etapa, seguro que toda la caravana de la carrera, que tiene que hacer el viaje por carretera, no estará muy feliz de recorrer toda la península itálica de golpe. Además, es para volver a subir al Etna, que excepto en 2011 con Contador, no ha terminado de dar grandes ascensiones.
Antes de abandonar la isla habrá una segunda etapa entre Catania y Messina, con un puerto largo a mitad de recorrido pero que debería satisfacer a los esprínteres que, junto con la última jornada húngara, ya sumarán dos oportunidades ideales para sus características.
Hay que añadir una tercera opción para el sprint al día siguiente, camino de Scalea, donde sólo la presencia nada habitual del viento costero, al tratarse de un recorrido completamente pegado al mar, puede evitarnos otra jornada insustancial.
Es presumible que la siguiente etapa nos saque del sopor, pues se trata de un bonito recorrido de media montaña entre Diamante y Potenza, donde destaca el Monte Grande di Viggiano. Es difícil imaginar locuras por parte de los candidatos a la victoria final pero al menos la pelea con la fuga tendrá nivel.
Un día más tarde tendremos una jornada extraña, que parece metida con calzador, pues se trata básicamente de dar vueltas en las proximidades de Nápoles. Quizá cierto corredor, hijo y nieto de grandes ciclistas, tenga la culpa.
La etapa de Nápoles rompe bastante un buen bloque montañoso que se cierra con una muy buena etapa con final en el Blockhaus, que comienza con la subida en tres partes a Roccaraso, un emblema de la carrera, y un paso previo a la subida final por el Passo Lanciano. Con esta jornada concluye la primera semana de carrera por lo que quien quiera ganar la carrera tendrá que estar cerca de la cabeza.
