La segunda semana comienza cambiando de mar pero sigue el patrón de varias de las etapas ya disputadas, con un inicio interesante pero muchos kilómetros al final para que el pelotón pueda reincorporar a los fugados del día a su seno y se vuelva a dilucidar el vencedor en una llegada masiva.
Más propensa a repetir el mismo esquema es la llegada a Tortona, pues las ascensiones puntuables del día están más espaciadas y el resto no presenta el terreno rompepiernas de otros días.
Y otro tanto se puede decir del final en Rivoli, aunque en este caso todas las esperanzas de ver movimientos interesantes se focalizan en el Colle Braida, a treinta kilómetros de meta, pero con bastante dureza, al menos para que el pelotón se disgregue los suficiente como para que los llegadores más puros y sus equipos no tengan fácil el trabajo.
Todo cambia a partir de la decimotercera etapa, con llegada en la estación de esquí suiza de Crans Montana. Es una jornada de más de doscientos kilómetros, con dos ascensiones previas muy significativas: el interminable Colle du Grand Saint-Bernard (el Col del Gran San Bernardo), que es la cima Coppi de este año, y la Croix de Coeur. Este incluye la subida a Verbier, aquella donde Contador hizo suyo el Tour de 2009, frente a los Schleck y Lance Armstrong, pero sigue durante otros seis kilómetros con más dureza si cabe, sin duda uno de los grandes puertos suizos, que es mucho decir. Hasta ahora no se había empleado pues el descenso por la cara norte tenia tramos sin asfaltar, esperemos que se hayan arreglado para el paso de la carrera.
El regreso a Italia se producirá al día siguiente a través del duro Passo del Sempione, aunque el resto de la etapa es básicamente llano, por lo que volvemos a un formato ya conocido: fuga que ganará tiempo en el puerto, y en función de cuanto sea esa diferencia, podrán llegar o nueva llegada al esprín.
Para concluir la segunda semana la organización ha preparado un remedo del Giro de Lombardía, usando algunas de las ascensiones de la primera edición que ganó Tadej Pogačar, aunque de forma un poco extraña, con doble paso por la ciudad alta de Bergamo y dándole el protagonismo a la subida a Valpiana.