La etapa de Nápoles y la jornada de descanso separan dos etapas muy parecidas entre sí, dos llegadas en alto con algo de dureza previa aunque destinadas a que lo importante del día se produzca en las ascensiones finales. En esta décima etapa la llegada está en Bocca di la Selva, una subida más larga e irregular que Prati di Tivo. Al menos la salida será desde Pompeya y apreciaremos la belleza e importancia del lugar.
Cambiamos de mar para realizar la subida hacia el norte del país de nuevo con una jornada muy franca para los esprínteres, recorriendo en todo su tramo final la costa adriática hasta llegar a Francavilla al Mare.
Esta misma costa se recorrerá en la siguiente etapa, tratando de simular algunas de las etapas clásicas de la Tirreno-Adriático llenas de cotas, aunque parece que en esta ocasión las subidas elegidas no esconden tantas rampas de dobles dígitos como en aquellas, estando además las subidas puntuadas lejos de meta, con sólo el irregular Monte Giove a menos de diez kilometros, por lo que consideramos que podríamos estar ante otra llegada masiva.
El mismo plan que se prevé para la decimotercera jornada, la clásica etapa por el valle del Po, casi sin desnivel, de grandes rectas, donde solo la improbable presencia del viento pueda sacarnos del tedio.
Un salto hasta la zona sur del Lago di Garda en la jornada catorce, donde se disputará la segunda contrarreloj de la edición, en este caso completamente plana. Es el principio de la parte fundamental de la carrera, pero es ideal para que algún especialista puro se apunte la victoria.
La semana se cierra con la presunta etapa reina de la edición, aunque su dureza no sea la esperada comparada con anteriores ediciones. Para empezar, el trazado ha sido modificado desde la presentación, eliminando Forcola de Livigno ante la negativa de las autoridades suizas al paso de la carrera. En su lugar se ha incluido una subida al Mortirolo, por la vertiente normalmente descendida y ascenso a la zona de Livigno por el Passo di Foscagno, menos exigente que el original. Sí que se mantiene el final en Mottolino, una pista asfaltada recientemente para alcanzar unas instalaciones de esquí, al estilo de lo que ya se hizo en España con Cuitu Negru. Con esa estructura de los kilómetros finales el Gavia hubiera encajado como un guante para crear una etapa reina a la atura de la historia del Giro.
