Parece que por primera vez en años el Giro se va a centrar más en atraer protagonistas que en proponer un recorrido realmente atractivo.
Más allá de la anodina salida de Israel, recorriendo el país Mediterráneo con una primera etapa contrarreloj individual de 9 kms y dos etapas llanas, la carrera tomará interés con dos etapas quebradas por la Costa amalfitana, con varias tachuelas y puertos cortos que pueden deparar etapas interesantes.
La sexta etapa supondrá el primer final en alto, con la dura llegada al Etna, con 25 kms al 6,5%. Tras esta etapa, una llama separara el primer fin de semana, con dos llegadas en alto: la suave y tendida a Montevergine de Mercogliano y la más discontinua y exigente llegada al Gran Sasso.
Tras el primer descanso las principales dificultades llegan al final. De la segunda semana. Dos etapas de montaña, una con varios puertos de segunda y final en el mítico Zoncolan (12 kms al 10,5%) y otra con final en Cina Sappada, mucho más corta y con varios puertos cortos y duros bien encadenados. La última crono llega en la etapa 16 en la ciudad de Trento. Poco más de 30 kms llanos como única oportunidad contra el crono de cierta distancia.
La etapa 17 será llana antes del tríptico montañoso final, donde aguardan el final en Pratonevoso, una subida de cierta dureza, antes de las dos grandes etapas alpinas. La primera con final en Jafferau y pasó por el espectacular Colle delle Finestre, con 20 kms a más del 8%. La segunda con un buen encadenado en Aosta, con los duros y constantes puertos de Tzecore, San Pantaleon y Cevinia. La carrera concluirá con un paseo poco tradicional en Roma.
Si bien el recorrido cuenta con grandes puertos como Zoncolan y Finestre la disposición de numerosos finales en alto y la escasa contrarreloj parece que disponen un recorrido que llama poco la atención y pensado para que se luzcan los protagonistas. Sobre todo uno: Froome.