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Una visión sobre Kwiatkowski I

Por Jose María Palacio Cornejo

Michal Kwiatkowski se convirtió el pasado septiembre en Ponferrada en campeón del mundo contando tan solo con 24 años. Lanzando una mirada atrás y buscando a los últimos ciclistas que lograron el maillot arcoíris antes de cumplir los 25, barrera tradicionalmente límite en este deporte en la pugna por los galardones a las mejores promesas como por ejemplo el maillot blanco del Tour de Francia, aparecen los nombres de Tom Boonen en Madrid 2005 (24), Oscar Freire en Verona 1999 (24), Lance Armstrong en Oslo 1993 (21), Mauricio Fondriest en Ronse 1988 (23) y Greg Lemond en Atlernhein 1983 (22). Casi nada. Mucha clase, mucho palmarés (en el caso concreto de Lance Armstrong también escándalo…pero esa es otra historia…), en definitiva mucha relevancia, en ciclistas cuyo recuerdo perdura. Kwiatkowski logró en 2014 una exclusiva invitación para entrar en un selectísimo club de nombres de muchísimo pedigrí. Ante el mareante éxito que supone un campeonato del mundo en línea a tan temprana edad surge la pregunta…”¿y ahora qué?”¿Qué se puede esperar del polaco?


Echando un vistazo a sus 2 últimas campañas en el equipo Quick Step, se puede comprobar como Michal Kwiatkowski es el clásico corredor que se desenvuelve con gran soltura en terreno “rompe-piernas”. Aparentemente posee con un buen “motor”, es decir, mucha fuerza que sobre la bici se convierte en mucha potencia y explosividad. Cuenta con una gran capacidad natural para romper carreras disputadas sobre terreno pestoso. Una potencia que se traduce en un gran talento para la disciplina contrarreloj, siendo un hombre muy a tener en cuenta ya en las pruebas disputadas entre los 10 y 25 kms, distancias en las que prevalece ese vigor arrollador sobre una eficiente utilización de la energía por parte del corredor, algo que habitualmente se va ganando con los años de experiencia. Estas cualidades físicas son complementadas con una buena lectura de las carreras, y capacidad de anticipación.
En el lado de los contras, habría que indicar que el polaco tiene carencias notorias en alta montaña, y de momento una importante falta de eficiencia. Kwiatkowski gasta en ciertos momentos gran cantidad de energía que luego echa en falta, en un deporte en el que la clave es la gestión eficiente de los recursos energéticos. Además, (el tiempo dirá si es debido a su juventud o simplemente a que no cuenta con esas cualidades), ha evidenciado en varias ocasiones un descenso muy pronunciado de sus prestaciones en carreras de varios días muy exigentes. Por último, si antes señalaba su buen sentido táctico, es justo advertir que hasta la fecha el polaco era “uno más”, y eso siempre da mucha más libertad para moverse en las competiciones.
Todo esto, ¿en qué tipo de resultados se han traducido sobre la carretera? En su periplo por Quick Step, el que creo que debe ser valorado en perspectiva como la hasta ahora etapa profesional del polaco, (tras disputar con Caja Rural y Radioshak en 2010 y 2011 un par de campañas en las que acumuló menos kms y días de competición que una temporada completa de cualquier ciclista profesional del Pro Tour), Kwiatkowski ha ido incrementando su rendimiento de forma regular, contando en su haber con importantes resultados en las clásicas de las Ardenas de finales de Abril (top 5 en todas ellas, y podio en varias), así como en algunas carreras cortas de muy distinto perfil, desde Tirreno Adriatico hasta los 3 días de la Panne, pasando por la Vuelta al País Vasco. También ha brillado en muchas cronos de no mucha distancia en la mayoría de las carreras ya citadas. Se ha estrellado el año pasado contra el Tour de Francia, y fue una pieza fundamental para su equipo en las victorias del mundial de crono por equipos; En definitiva, ha demostrado una remarcable polivalencia dada su juventud, y algunas carencias para pruebas de fondo ¿Son estas prestaciones nunca vistas en un muchacho de 24 años? Evidentemente, no.
Si hubiera que señalar 3 ciclistas del pasado reciente a los que recuerda por diversos motivos Kwiatkowski, señalaríamos a Frank Vandenbroucke, Michele Bartoli y Francesco Casagrande. Es cierto que ninguno de ellos ganó un mundial, pero por características, prestaciones y resultados guardan un gran parecido. Los dos italianos forman parte quizás de la mejor generación de corredores que ha dado Italia en toda su historia, La del 70/71. Ambos debutaron en el seno de MERCATONE, en el año 1993, y con tan solo una temporada como profesionales ya ganaron grandes pruebas de 1 día como la Flecha Brabante o el Giro de Emillia. En su 3ª campaña, en 1995 (que en la comparativa coincidiría con el 2014 de Kwiatkowski), formaron parte del grupo de destacados que se jugaron la victoria de la Lieja Bastoña Lieja; Bartoli por su parte además fue podio en un Giro de Lombardía muy suave en el que fue el más fuerte ante muchos de los hombres que habían brillado semanas antes en el recordado mundial de Duitama, y venció los 3 días de La Panne ganando a especialistas como Rolf Sorensen o Gianluca Bortolami. Casagrande por su parte, fue podio en el Tour de Romandía peleando la victoria ante Tony Rominger y Ugrumov, e igualmente subió al cajón en la Escalada de Montjuic tras Claudio Chiapucci y Mauro Gianetti, ganando carreras italianas importantes en los años 90 tales como el Giro de los Apeninos o la Florencia-Pistoia.
Por su parte Frank Vandenbroucke, una estrella fugaz que iluminó el último lustro de los 90, (y cuyo brillo se apagó justo cuando comenzaba a cegarnos), enrolado en MAPEI a los 24 años ganaba la Paris Niza humillando a la ONCE de Laurent Jalabert, vencía a lo campeón la Gante Wevelgem, llevaba a cabo una brillante actuación en las Ardenas con podio en la Flecha Valona, y se convertía en el ídolo emergente de Bélgica, creando un auténtico caos mediático con su marcha de MAPEI para fichar por el COFIDIS francés en el otoño de 1998.
Bartoli y Vandenbroucke, siendo ciclistas de gran versatilidad, destacaron sobre todo en las grandes carreras de 1 día. Casagrande en un principio también, sin embargo siguió una estudiada y pausada evolución llevada con mimo por su preparador Luigi Cecchini, el también preparador de Michele Bartoli, que le llevó a ser competitivo más adelante en las grandes rondas por etapas sin dejar de brillar nunca en pruebas cortas de uno o varios días. De Bartoli y VDB no sería justo decir que no contaban con ese potencial, pero por diversas razones nunca exploraron ese campo. Quizás la clave estuvo en el año 1999, momento en el que Bartoli sufrió una gravísima lesión disputando en primavera la Vuelta a Alemania que le lastró en adelante, y a pesar de ganar mucho nunca volvió a ser el corredor de demarrajes furibundos que fue; Por su parte el díscolo valón torció voluntariamente su carrera, cuando estaban en pleno apogeo, entrando en una deriva más propia de una estrella del Rock And Roll fuera de control, que de un ciclista.

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