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MATHIEU “el Da Vinci del ciclismo” VAN DER POEL

Pocos tienen la ocasión de mamar la cultura ciclista de forma tan intensa como el pequeño de los Van der Poel. Son menos los que pertenecen a una estirpe de corredores de tanta talla, es nieto de Raymond Poulidor e hijo de un clasicómano de renombre, como lo fue su padre Adrie.

Pero “el Elegido”, “el Nene” o “el holandés errante” que es como lo apodan en los Países Bajos y Bélgica o “Mathieu Van der Dios” como ya he leído que se empieza a referir alguno a nuestro protagonista, se ha desprendido bien pronto de la etiqueta de hijo o nieto de.

Mathieu es un ciclista del que ya se hablaba desde su época juvenil. Muchos pensábamos, cuando veíamos sus brutales salidas en las copas del mundo junior de ciclocrós, que llegaría fundido al profesionalismo, que se estancaría o que la presión acabaría con él. Algo parecido a lo que sufrió Lars Boom.

Nada más lejos de la realidad, aquel mocetón que pese a ser menor de edad, marcaba vuelta rápida con los mismos circuitos embarrados que los pros, ha seguido una carrera tan  alternativa, como fulgurante.

Es inevitable, que cuando veía vencer a Jakob Ingebrigtsen en el 1.500 y el 5.000 de los pasados europeos de atletismo en Berlín, me acordara de la joya neerlandesa del ciclismo. Jóvenes, con un potencial descomunal, prodigios y superdotados, no eximidos de horas y horas de trabajo. Los Dažen Petrovic de sus modalidades deportivas.

MVP, un acrónimo que le va como anillo al dedo, está escribiendo  capítulos ciclistas marcados por un estilo nuevo y libre, como si fuera un artista que busca romper con todo lo anterior, en definitiva, un Da Vinci del ciclismo.

De mientras, va dejando muestras de calidad y clase donde y como quiere. Es joven y desea divertirse.

Con apenas veintitrés años, en España estaría en un equipo amateur en aras de que le ofrecieran un hueco como stagiere a final de año.

Sin embargo en los Países Bajos, lidera una escuadra continental, gana un dineral con el ciclocrós y hace oídos sordos a los cantos de sirena de la máxima categoría. Pasa de que un equipo World Tour le corte las alas. Y es que una de estas formaciones, no puede ofrecerle nada nuevo, salvo competir en las grandes clásicas y así optar a vencer en Lieja o Flandes como ya lo hiciera su padre. Y para eso, simplemente ya habrá tiempo.

De mientras, la temporada pasa y su nombre se hace más y más grande, a ritmo de no sabemos qué.

Unos tildan su concatenación de pruebas en ciclocrós, carretera y mountain-bike de demente y sin sentido, otros simplemente nos sentamos a disfrutar.

Sabemos que no es un escalador, conocemos de sobra mil y un contrarrelojistas o velocistas mejores que él, pero sus dotes para reventar una carrera como ya lo hiciera en el campeonato nacional en ruta de su país, hacen que verle merezca la pena.

No vamos a hablar de su palmarés, ya que ahí está para el que lo quiera ver y probablemente, antes de que acabara estas líneas lo tendría que retocar, ya que MVP habría levantado los brazos, antes de poner este punto final.

Imanol Gonzalez Gete

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