La vuelta 2025 ha sido presentada. En realidad en dos veces, hace unos días se presentaron las 3 primeras etapas y hoy el resto. Una carrera con señas de identidad muy marcadas… pero cuyas virtudes se han disuelto. Quedan, eso si, los defectos.
Las virtudes eran esas etapas nerviosas y quebradas con finales en rampas fuertes o en descenso, la media montaña tratada con cierto gusto y el descubrimiento de puertos y cimas nuevas en la Vuelta. No queda casi nada de ello.
Los defectos (escasez de kms contra el reloj, muchos finales en alto, pocas zonas donde moverse de lejos y buscar que la carrera se decida en los últimos metros) persisten. Acentuados. Y a ello se añade la facilidad para evitar puertos que dotarían a muchas etapas de un aliciente extra que hace falta.
La Vuelta sale del Piamonte con 3 etapas, una de ellas llana, otra con final en alto en puerto largo y tendido (ojo con esto, que se repetirá mucho) y una etapa quebrada pero insulsa que no se sabe si será para el sprint o la fuga. De Italia se pasa a Francia para subir Montgenevre y Lautaret de salida en una etapa sin más alicientes y que acaba cerca de Grenoble para coger un vuelo a Girona. Galibier, Alpe d’ Huez y Luitel saludaran el paso de la carrera muy cerca, pero sin pasar por ellos.
En Girona habrá una novedad y es que hay una crono por equipos que no será inicio de la prueba. Tan solo 20 kms donde las escuadras más fuertes podrán imponerse. Justo antes del primer bloque montañoso, eso si. Los Pirineos presentan dos etapas clásicas. Final en Pal con los muy conocidos (y muy suaves) Coubet y Tosses Antes del final con Comella y el largo (y no muy empinado) final en la estación de Pal. Acto seguido momento para la nostalgia de los ochenta con una etapa que se hizo en varias
ocasiones: Canto, Perves, Espina y Cerler. Solo que ahora todos esos puertos son muy buenas carreteras y muy tendidas. Salvo el inicio de Cerler, con 4 kms al 9%, el resto de la etapa es solo terreno para endurecer.
Etapa de transición en Zaragoza, aunque habrá que tener ojo con el viento antes de dos finales en alto más, Los dos tendidos, los dos suaves y largos y sin puertos previos: Valdezcaray y Larra. Eso si, separados por un día de descanso. Cruz de la Demanda, Larrau y otros grandes puertos saludan con la mano.
Las etapas más interesantes de la prueba vienen a continuación. Etapa en Bilbao con un terreno de media montaña bien conocido y poco exigente excepto en su tramo final, con dos pasos por el Vivero y uno por el muro de Pike Bidea, que sirvió de apertura al Tour. Y acto seguido más media montaña en Cantabria. Etapa insulsa salvo por el bucle final en torno a Corrales de Buelna, donde se asciende la Collada de Brenes (6,2 kms al 8,8%) un buen primera categoría a 20 kms de meta.
Estas etapas sirven como antesala a las dos grandes etapas de montaña de la edición. La más larga, con llegada al Angliru y Mozqueta y Cordal antes. Poco que decir ante el gran monstruo riosano, salvo que la etapa del día después resulta muy decepcionante para ser la última antes del segundo descanso. Solo San Lorenzo, un gran puerto, antes de la Farrapona. Una lástima que no se enseñe la carretera nueva de la cara opuesta de la Farrapona.
Segundo descanso y tercera semana con inicio de media montaña camino de Monforte de Lemos en etapa con salida muy dura. Pero mucho llano hasta la meta. Mucho más exigente será la etapa de Mos, con varios puertos de rampas fuertes antes del final en Castro de Herville, si bien se evitan varios pasos por cotas muy duras.
Más se evitan en la siguiente etapa. El retorno del Morredero viene en etapa unipuerto, cuando ahí se encuentra su vertiente nueva y escondida de Peñalba para hacer un doble paso o bien Fonte da Cova o Portillinos, la otra vertiente de Morredero, muy exigente. De nuevo verán pasar la prueba con ganas de que los profesionales conozcan sus rampas.
El único respiro para los menos escaladores tendrá lugar en Valladolid. Tan solo 26 kms contra el crono, esta vez individuales, para compensar tanto final en alto. Ya solo restará el final en Guijuelo, tercera etapa llana Antea de la traca final con doble paso por Navacerrada y final en la Bola del Mundo. Una subida especialmente dura (pero no tanto como el Angliru) que será clave en el devenir de la carrera, que concluye al día siguiente en Madrid.
La carrera intenta recuperar la mística de los ochenta y Los noventa para atraer al aficionado pero para ello evita dotar de cualquier innovación al recorrido y además le ha recortado muchísima dureza, evitando descubrir zonas nuevas. Todos los defectos de las segundas partes.