Altimetría: Enrique Domínguez.
La etapa que aquí proponemos es el ejemplo perfecto de las posibilidades para la alta montaña de los Pirineos Atlánticos, una etapa con tres puertos de Categoría Especial, perfectamente encadenados, que podrían conformar la etapa reina, ya no de la Vuelta, si no también del Tour.
La etapa comienza en Pamplona, transcurriendo en los primeros kilómetros por varias de las localidades que rodean a la capital Navarra, destacando el paso por Villava, lugar de nacimiento del gran Miguel Indurain. A continuación se toma dirección norte remontando el camino de Santiago en dirección Francia, subiendo en el transito los puertos de Erro, Meskirritz e Ibañeta, considerados en esta ocasión para la clasificación de la montaña como uno solo, ubicándose cerca de la cima del mismo la colegiata de Roncesvalles, impresionante construcción de principios del siglo XIII, en estilo gótico. Desde la cima de Ibañeta comienza un largo descenso hasta Arnegi y su puente internacional sobre el río del mismo nombre.
Una zona de llaneo llevara al pelotón hasta Saint-Jean-Pied-de-Port donde se girara dirección Sureste para buscar el primero de los puertos especiales de la jornada, Artaburu. En este tramo se deja a la derecha el puerto de Irei, un muro de poco más de 4 kilómetro que no alcanza la categoría más alta por muy poco. Sin embargo no lo incluimos en la presente propuesta por el deficiente estado de su asfalto y los impresionantes precipicios sin protecciones que existen en su recorrido. Pero unos pequeños arreglos lo convertirían en una de las mejores opciones de la zona.
Artaburu es un puerto con uno números realmente impresionantes (12 kilómetros al 7’67 %), que por si sólo seria capaz de romper el pelotón más curtido, su carretera estrecha y de asfalto rugoso también colaboran en aumentar la sensación de dureza. Cerca de su cima, tampoco usamos en esta ocasión el bucle de Errozate, por el estado de su asfalto, pero al igual que con Irei, unos ligeros retoques permitirían su inclusión.
Tras un corto cimeo, la carrera giraría otra vez dirección Saint-Jean pero esta vez se bajaría por el puerto de Burdinkurutzeta, que ya ha sido testigo en varias ocasiones del paso del Tour. Al concluir su bajada a la altura de Mendive se encara el puerto de Landerre, con unos números por si solo inferiores a Atarburu, pero que gracias al encadenado con Bagargi, ofrece otro puerto de paso de gran enjundia. La carretera que une estos puertos presenta un estado de conservación aceptable, que no óptimo, aunque al ser la mayoría del recorrido por ella en subida su uso no debería presentar graves problemas. El descenso del puerto termina en la localidad de Larrau, inicio del puerto del mismo nombre.
De este puerto poco más se puede decir que siempre que ha pasado por aquí el Tour ha deparado bonitas batallas. Siempre ha estado situado lejos de meta, pese a lo cual en el Tour de 1996 no sirvió de excusa para deparar una de las más bellas jornadas de ciclismo que se recuerdan. No obstante en esta ocasión hemos decidido darle una ubicación preferente, al final de la etapa, como ultimo gran puerto en una etapa de gran dureza, donde los ataques pueden ser demoledores gracias al desgaste acumulado y lo empinado de su trazado.
Un rápido descenso tras cruzar la frontera llevara a los corredores hasta las cercanías de Ochagavía donde se afrontaría la ultima ascensión del día, el Santuario de Nuestra Señora de Muskilda, corto pero exigente (3’4 kilómetros al 7’8 % con máximas al 12%) que serviría para dilucidar el vencedor final de la etapa, además de poder convertirse en la tumba de muchos aspirantes a vencedor final de la carrera, en un estilo similar a la reconocida llegada a Aprica del Giro de Italia, donde de repente se muestra todo el cansancio acumulado y se pierde mucha más distancia que en los mucho más exigentes puertos anteriores. Un final espectacular para una jornada que, sin duda, se convertiría en histórica.
DANIEL MATEOS