La ultima semana empieza con una jornada de media montaña, pero que esta destinada a escapadas, por la distancia entre puertos y del ultimo a meta. Podría haberse añadido Mente o Larrieu, pero pese a ello sería difícil ver movimientos de los favoritos para la general.
Etapa idéntica a la del 2018 con el mismo final, pero con 115 kilómetros previos llanos, el diseño pide Bales a gritos. A los escaladores solo les queda esta oportunidad y el siguiente día para aumentar su ventaja de cara a la crono final, y esta es la llegada de mas nivel de todo el Tour, así que es casi obligatorio que haya batalla.
La montaña se termina en Luz Ardiden, únicamente acompañado del Tourmalet y setenta kilómetros llanos previos. En su día a este final se llegaba tras pasar más puertos, pero al ser el ultimo cartucho para muchos se debería aprovechar, especialmente un Tourmalet que se encuentra en buena posición para ser decisivo, no como históricamente.
Jornada absurda ubicada tras la montaña y antes de la crono, la escapada cogerá todo el tiempo del mundo y se jugará la victoria, mientras el resto sesteará, como los aficionados.
Si la primera crono era muy plana y poco técnica, esta segunda abunda en ambas características, por lo que los escaladores que piensen que pueden perder poco tiempo se llevaran una decepción y una minutada que les alejará de las posiciones que llevasen con anterioridad.
Paseo final, se supone que muy visto en Francia, que sirve únicamente para dejar imágenes atractivas por los monumentos de la ciudad y el podio.
