TOUR 2015: RESUMEN DE LA TERCERA SEMANA

La jornada con final en Pra Loup no quedará marcada por la épica de la misma manera que su antecesora de 1.975. Y eso que lo pudo ser. Al menos Contador puso de su parte para que lo fuera. No diremos claro está que Movistar no quisiese ganar el Tour. Pero sí, y abiertamente, que en esta etapa dispuso a muchos más recursos para defender su plaza en el podio que para intentar arrebatar el liderato a Chris Froome. Lo cual es absolutamente legítimo, por supuesto, pero no contenta al espectador medio. Fue descorazonadora la táctica de Movistar, por su respuesta en el momento del ataque del de Pinto. Pero también la falta de equipo del pistolero y el desorden táctico del Saxo-Tinkoff se evidenció en la caída de Alberto en el descenso del Col d’Allos. Le supuso una pérdida de más de dos minutos. Una vez más también salió a relucir el pique que afecta al triunvirato de ases del ciclismo español. Un pique más allá de meras y entendibles cuestiones tácticas. Geschke ganó la etapa.

Poco aportó la etapa con meta en St. Jean de Maurienne. Froome ató en corto los contados intentos de Quintana por distanciarle. Los únicos movimientos que permitió fueron los de Nibali y Contador, muy retrasados respecto a él en la general. Intentos estos que eran resueltos por el líder en unos cuantos kilómetros con bastante tranquilidad. No obstante, había una percepción general de que el maillot amarillo, sin estar mal en absoluto, no estaba ya como estuvo en los Pirineos; de que su rendimiento iba a menos. Bardet consiguió la segunda victoria para su equipo y para el conjunto del ciclismo francés. Un alivio para la afición gala que en absoluto estaba viendo cumplidas sus expectativas creadas para esta carrera.

Los finales en alto de La Toussuire y Alpe D’Huez tuvieron un común denominador. Movistar, tras la exhibición de Sky en la Pierre de Saint Martin, había jugado a esperar el fallo de Froome y a repeler los intentos de sus rivales por arrebatarles el segundo y tercer puesto de la general. Ese fallo no se producía y Movistar finalmente se vio obligado a mover ficha. Efectivamente la movió. Con la pareja de ases Quintana y Valverde y con un pletórico Anacona en D’Huez. Ahí se centró el debate. Si el ataque de Movistar fue demasiado tardío o no. Si atacar antes hubiera podido significar un suicidio deportivo en el equipo azul De si la escuadra de Unzué debiera haber movido la carrera antes para provocar el fallo de Froome y no sólo esperar a que fallase por sí mismo. Porque oportunidades para ello se las brindaron tanto Contador como Nibali. En ambas etapas quedó claro que en ese momento Quintana estaba por encima de Froome. Pero que Movistar se había puesto a recuperar la diferencia obtenida por el keniata en los Pirineos demasiado tarde. No había terreno para más. Fueron dos etapas cortas y explosivas. Con muchos momentos de emoción. Como la salida en tromba en el puerto de Chaussy o el ataque de Quintana a poco de coronar la Croix de Fer. Los ataques en estos puertos de paso por parte de Movistar carecieron de convencimiento, de determinación, de tener claro que se jugaban el todo o nada. Hubo momentos tácticos en los que el liderato de Froome estuvo en riesgo. Pero no se pasó de ahí. Luego sí. En ambos puertos finales, el colombiano se escapó. Pero Froome, al dictado de las nuevas tecnologías del esfuerzo y del entrenamiento, sufrió en silencio, sin cebarse con Nairo, para no perder el jersey amarillo. Además, en D’Huez Froome tuvo el apoyo de sus compañeros Poels y Porte.

Alejandro Valverde conservó su tercera plaza. Y eso que en algunos momentos hizo tareas de servicio para Nairo. Nibali y Contador, sin estar en su mejor momento de forma, dieron todo lo que tuvieron. Mención especial para la grandísima victoria de Pinot en D’Huez. A ver si le sirve para retomar la moral y ser competitivo en futuras ediciones del Tour. Aunque un Tour tan favorable a sus condiciones tardará años en celebrarse. O no. Lo que está claro es que Francia vibra con su Tour pese a padecer una larguísima sequía en cuanto a campeones. Y eso tiene un nombre llamado cultura ciclista. Échense a temblar los lectores de cómo estaría el ciclismo español sino hubiéramos disfrutado de unas generaciones de ciclistas como las que hemos tenido en las últimas décadas. Pero ese es otro tema.

Finalizó el Tour en París con la cuarta victoria de André Greipel. El ciclista de Lotto Soudal se convirtió en rey absoluto e indiscutible de los sprints.

Muchas conclusiones se podrían extraer de esta edición del Tour. Por supuesto, cada uno las suyas. Nosotros daremos algunas de las nuestras.

En primer lugar, el Tour ha conseguido su objetivo. Su objetivo de márketing de que el ganador no se decida hasta el final. Siguiendo los pasos cuyas pruebas piloto se habían efectuado en la Vuelta a España con finales como Bola del Mundo, Angliru… Reduciendo también los kilómetros contra el reloj. De lo que no se le puede acusar a la organización es de no poner puertos de paso que puedan reventar la carrera. Ha habido varios y en concreto en Chaussy y la Croix de Fer se pudo haber liado muchísimo antes del final de etapa. Otra cosa es que los ciclistas, por falta de fuerzas o tácticas bastante conservadoras, no los hayan aprovechado. Ha sido a la vez un Tour emocionante y también aburrido. Emocionante precisamente porque el ganador no se iba a conocer hasta muy al final. Y aburrido por lo desesperante que ha resultado el aguardar cuándo se iba a producir el ataque de Movistar. El triunfo de Froome ha sido merecido. Además en un recorrido cuyo déficit de lucha contra el crono le penalizaba. Ha sido superior a todos sus rivales. La única duda, entrando a la especulación, es qué hubiera pasado si Quintana hubiese atacado antes. Queda también claro en este ciclismo que nos toca vivir, que el primer ciclista que se pone líder de entre los favoritos tiene ya mucho ganado. Porque, aprovechándose de las tácticas conservadoras que dominan el ciclismo actual, muchos equipos que en principio podían ser rivales, luego acaban convirtiéndose en sus mismísimos aliados. Ha sido manifiesto que la correlación de fuerzas en Alpes ya no era la misma que en Pirineos. Froome ha ido a menos respecto a Quintana. Y el colombiano ha parecido estar preso de esa segunda posición obtenida ya en la segunda semana. ¿Quién sabe si el propio Sky no ha jugado a esto desde el principio conociendo los antecedentes del equipo que ellos consideraban su máximo rival?

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