Un señor mayor se echa la siesta mientras en la televisión se emite una etapa del Tour de Francia donde lo más llamativo es que un caballo corre desbocado cerca de los ciclistas. No es el inicio de un chiste, sino una escena de la película “Amelie” (J. P. Jeunet, 2001). Una prueba más de que las etapas llanas y largas del Tour invitaban a eso, a la siesta.
De un tiempo a esta parte el organizador del Tour decidió darle una vuelta de tuerca a la primera semana de la carrera introduciendo elementos que facilitaban el movimiento de los ciclistas y que incluso los primeros de la general tuvieran que moverse. Recordemos las etapas de Bolonia o de Valloire del Tour 2023. Pero puede haber muchas otras.
Parece que algo del resultado de esas etapas no convenció al organizador, que opta por volver al formato clásico. Etapas casi llanas, aunque con cotas, para empezar la carrera. Incluso sin prólogo. De esta forma la primera etapa, en torno a Lille, será fundamentalmente llana, mientras que la segunda tendrá varias cotas al final donde los sprinters pueden sufrir, pero sin que se espere gran selección. De nuevo habrá cotas en la etapa de Amiens, con recordatorio incluido para el gran Anquetil (etapa 4). A partir de ahí, en Caen, se celebrará una contrarreloj individual corta: 33 kms. Sin embargo, toda esta primera semana no deja de ser una invitación a la siesta. Sólo habrá dos momentos donde desperezarse: las llegadas a Mur de Bretagne y a Mont Doré. Es cierto que varias de estas etapas, como la de Vire, tienen varias cotas por el camino, pero la mayoría de las son de escasa dificultad, por lo que es previsible que el sprint sea protagonista.
Después vendrá la traca. Como en los Tours de los 90, la montaña vendrá con finales en alto. Solo que en esta ocasión muchos. En todas las etapas de montaña, vamos.
El primero de ellos además, en etapa bipuerto en Hautacam, con Soulor por su lado duro antes. Tras esta etapa la carrera irá hacia el valle de Loudenville, donde tendrá lugar la segunda y última contrarreloj individual. En este caso cronoescalada, con final en Peyragudes. De muy pocos kms, tan solo 11, y con final en la famosa rampa del altipuerto, se prevé fundamental para la carrera. Como lo será la siguiente etapa, con inicio en Pau y final en Superbagneres, donde se ascenderán Tourmalet, Aspin y Peyresourde antes del final, que retorna a la carrera después de más de 30 años. Una etapa de 183 kms y con mucha dureza acumulada.
La segunda semana terminará, de forma extraña, con una etapa de transición hacia la zona de Montpellier.
Y claro, si la primera semana sirvió para la siesta, la tercera debe tener a todo el mundo bien atento. Por ello comenzará con otro o final en alto, en este caso en el Ventoux, mitiquérrima cima donde la longitud y pendiente de la última ascensión pueden hacer cambiar la general. Y más vale, porque será una etapa absolutamente llana hasta la subida final.
Pero la cosa no acabará ahí. Tras una etapa de transición llegan los Alpes. De nuevo con finales en alto muy duros y muy de los años 80 y 90. El primero de ellos, de reciente incorporación a la carrera, en Col de la Loze, con los puertos previos de Glandon (por su vertiente menos exigente) y de Madeleine por su cara más constante y más dura. Una etapa con mucho desnivel acumulado y con un final donde lo más duro son los últimos 4 kms desde Courchevel al Col de la Loze, con rampas muy exigentes. De postre, se recupera otra ascensión de los 80 y los 90, La Plagne, donde se subirán puertos de menos renombre pero
duros como Saisies , Col du Pre (5 kms finales por encima del 9%) y Roseland (por su lado más corto) antes del final en La Plagne, donde la supuesta asfixia de Roche y la animalada de Induráin. Sus 20 kms al 7% serán prácticamente la última dificultad de la carrera. Porque la etapa de Pontarlier, en el último sábado, será prácticamente llana, con varias cotas que no tienen capacidad para cambiar la general, y la última será una etapa llana en Paris, que vuelve a albergar la etapa final de la carrera tras la excepción de 2024 en Niza.
En definitiva un recorrido con poca variedad, muchas cotas, muy escasa contrarreloj individual y muchas etapas con final en alto duro. Hay 3 etapas de muy alta montaña (Superbagneres, Loze y La Plagne) pero la escasa media montaña y la gran cantidad de etapas llanas o casi llanas hace que nos temamos lo que decíamos al principio. El retorno de la siesta.