Si creíais que os habíais librado de los finales cuesta arriba, estáis muy equivocados, pues arranca la semana con, quizá, la etapa más incalificable de esta edición. No es que el terreno de los alrededores del recorrido esconda grandes puertos pero es que en todo momento las elecciones son cuestionables, con un tramo final bastante absurdo, con una llegada al Altipuerto de Megève que vimos hace un par de años en Dauphiné, tras más de diecinueve kilómetros a apenas el 4% de pendiente media. Una etapa que puede ofrecernos una bonita resolución de la fuga; fuera de eso, un despropósito.
Al menos el siguiente día es un etapón, la jornada reina a mi entender, y eso sin incluir un tercer coloso previo como podría haber sido Glandon o Madeleine. Pero tanto Galibier por su cara norte, como el durísimo Col du Granon, se sirven por si mismos para que la etapa, si no es decisiva, seguro que sí sea muy definitoria de quién va a optar a la victoria final en París y de quién no.
Otros dirán que a lo mejor la reina es la etapa siguiente, un calco de la de 1986 que vivió aquella llegada legendaria de Hinault y LeMond juntos, agarrados de la mano. El argumento será claro por contar, en esta ocasión sí, con tres grandes ascensiones en el recorrido, pero no estoy muy de acuerdo, pues ya hemos visto últimamente que este formato de etapa ha decaído. En primer lugar porque Galibier sur, comparado con la vertiente ascendida el día anterior, es claramente inferior. Luego Croix de Fer es demasiado irregular, permitiendo en exceso la labor de equipo, acompañado del tramo llano hasta Le Bourg-d’Oisans, que suele acabar con los intentos de los valientes antes de la subida final, por lo que lo normal sería que todo lo importante se decidiese en las veintiuna herraduras de Alpe d´Huez.
Con esta llegada se habrá terminado el ciclo de llegadas en alto, siete seguidas, se disputará una etapa de transición hasta Saint-Étienne, que deberá servir para recordarnos que sigue habiendo en carrera más que escaladores.
Tras ese breve parón, se vuelve a las andadas con una jornada de media montaña hasta Mende y su llegada en el aeropuerto tras el muro de Croix Neuve, que homenajea a Laurent Jalabert.
Para terminar la semana, en domingo veremos una bastante plana hasta Carcassonne, donde el pelotón descansará antes de afrontar la última y decisiva semana.