La reciente y soleada edición de la París-Roubaix no alcanzó los niveles de épica del pasado Tour de Flandes y se desenvolvió en unos parámetros más reconocibles para el ciclismo actual. Fue una especie de regreso a la realidad… dentro del maravilloso anacronismo que supone que esta carrera se siga celebrando. Pero pudo no ser…