Cadel Evans, el camaleón

El ciclista australiano, procedente del MTB, irrumpió en el profesionalismo como un soplo de aire fresco a los mandos del Mapei italiano. Ya en su primera temporada con ellos lució la maglia rosa en el Giro en la última semana, con muchas opciones de haberla ganado. Sólo un inoportuno desfallecimiento le privó de haberse convertido desde aquel momento en una de las grandes estrellas. 

No recuperaría sensaciones hasta firmar por Davitamon-Lotto, equipo en el que encontró cierta estabilidad y confianza, justo lo que Telekom no pudo aportarle. Realizó un muy buen Tour, incluso atacando y buscando fugas para subir en la clasificación, siendo séptimo en París, algo que permitía una muy optimista evolución, al ser su primera participación.

Desde ese punto, prefirió ser más conservador, guardar la ropa y acercarse al podio. Lo tuvo lejos en 2006, pero ya en 2007 se subió a él y no muy lejos anduvo de la victoria, lo que le reforzó en su intento de 2008. Sólo un magnífico Carlos Sastre fue capaz de arrebatarle en esta ocasión un triunfo que parecía cuestión de tiempo. 2009 tampoco fue su temporada, teniendo que recurrir a la Vuelta para no considerar en blanco aquellos doce meses. Lo logró, fue tercero y pisó el podio, que ayudó a completar un buen palmarés.

Sería en el Mundial donde se daría cuenta de que sólo cambiando de mentalidad podría convertir su regularidad en la de un ganador. Lo hizo, buscando la ofensiva en el Mundial y permitiéndole lucir el arco iris durante todo 2010, que fue un año de sabores encontrados. Sí, fue protagonista de un gran Giro, ganando una etapa y mostrando otra versión de sí mismo, mucho más agresiva y teniendo iniciativa. Lo mejor, el poder iniciar y liderar un proyecto como BMC a su imagen y semejanza.

En el Tour aguantó hasta los Alpes en buenas posiciones, pero una lesión le hizo bajar sus prestaciones. Sería 2011 su año. Ganó Tirreno-Adriático y Critérium Internacional. Se presentó en la salida del Paso de Gois como uno de los grandes favoritos. Firme, hizo la mejor grande de su dilatada carrera. No falló ningún día, pero además tomó el liderato de la carrera. Pudo con órdagos de Contador, de Andy Schleck y del resto de favoritos, derrotando al incómodo Voeckler en la última crono.

Justo en un momento en el que sintió la carrera perdida, echó la vista atrás no sólo al grupo, sino a su carrera. Entonces se dio cuenta de que necesitaba ser el nuevo Cadel, el que le había llevado hasta allí. En ese momento ganó el Tour, más allá de que en la cima del Galibier no lograse el color amarillo. Andy Schleck estaba saboreando la gloria cuando el australiano tiró de carácter y ganas y se puso en cabeza. Él solo descolgó a Contador y a Samuel Sánchez, que aún contaban con opciones.

Después ha tenido luces y sombras, etapas muy buenas como el Tour 2012 en el que lo intentó por todos los medios. Fue séptimo, puesto idéntico al que le hizo debutar en la gran carrera francesa. Pero fue digno, ofensivo y el Cadel que le había llevado hasta allí, a lucir el dorsal número uno en el mayor sueño que un ciclista pueda tener.

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