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Conclusiones tras París-Roubaix

1. Omega, esta vez sí

Tras una mala táctica utilizada en Flandes y una muy cuestionable durante gran parte de la París-Roubaix, terminó por acertar, cambiando a tiempo al ataque alterno y el secante planteado por el resto de compañeros del grupo. Boonen estuvo muy bien y Stybar, muy delante, por lo que Terpstra podía estar tranquilo, había plan ‘b’ si era alcanzado.

2. Cancellara lo tiene imposible

O realiza una exhibición antológica o tiene imposible ganar. Todos los rivales corren con el ojo puesto en su rueda y así es muy complicado deshacerse de la totalidad de los rivales. Controlar en solitario todos los saltos es tarea imposible. Mucho mérito tiene su tercera posición.

3. Sagan, por fin

El líder de Cannondale ha rendido de forma sensacional en el pavé. Buscó un ataque desde lejos que provocó el reagrupamiento de los favoritos, cuando Boonen y compañía parecían casi inalcanzables. Después hizo lo posible por ganar, pero en el momento decisivo no encontró fuerzas, perdiendo comba del grupo delantero.

4. Wiggins, un papel más que digno

Bradley finalizó entre los diez primeros, con una actuación enorme de su equipo, que le protegió de maravilla, pero en el que también trabajó él para su compañero Geraint Thomas. El Sir ha descubierto una nueva habilidad en su carrera.

5. Degenkolb, el sprinter multiusos

Desde que se encumbrase ganando cuatro etapas en la Vuelta y coincidiendo con la irrupción de Marcel Kittel, el velocista alemán ha cambiado su rol en el pelotón. No sólo se trata de un hombre de últimos metros, sino que pelea las clásicas como cualquier otro favorito a ganarlas.

6. Grupo final muy numeroso

Los ciclistas plantearon una bonita batalla, pero aún así llegaron muchos corredores juntos a los momentos decisivos. El motivo es la especialización de todos ellos, pero también se puede deber a la falta de un ciclista que hiciera saltar todo por los aires desde lejos. Malacostumbrados por Boonen y Cancellara en los últimos tiempos, cuando ellos dos no han sido las locomotoras de antaño, se ha notado en el desarrollo de la carrera.

7. España se ha quedado huérfana

Ningún corredor en los momentos decisivos. En la posición 54 encontramos al primero, al cántabro Ventoso, que llegó a siete minutos del ganador. Una pobre actuación que está justificada por la escasez de especialistas, pero también de participantes. La sombra de Flecha y Freire sigue siendo muy alargada.

8. La realización francesa, muy pobre

En ocasiones se ofrecen críticas –con razón- a las televisiones españolas que emiten ciclismo, poniendo en ocasiones como ejemplo al resto de colegas europeas. En cambio, no pudimos ver la entrada de Degenkolb y Cancellara, ni siquiera el paso por meta de muchos de los hombres que iban a disputar el podio. El sistema elegido en el Velódromo tampoco ayuda, poco adaptado a los nuevos tiempos en los que ya no se llega de uno en uno.

9. Belkin hizo el primo

Fueron los derrotados. Cancellara y Boonen ya han ganado muchas veces en Roubaix y Sep Vanmarcke aún tiene que demostrarnos con resultados sus buenas aptitudes. Pero su equipo equivocó la táctica una y otra vez. Con mayoría en el grupo cabecero no supo poner contra las cuerdas a los capos verdaderos. Tiraron del grupo principal teniendo hombres en la fuga, pero después, ante la marcha de Sagan, no colaboraron. Trabajaron tarde y mal, ya que en la parte final, que es cuando tendrían que haber dado relevos, dejaron el peso a otros.

10. La Roubaix es muy grande siempre

Pese a que pudimos ver un pelotón bastante grande aproximándose a Roubaix, es una carrera que nunca defrauda. Wiggins ya afirma que es mejor que el Tour de Francia, un claro síntoma de su divorcio con la gran carrera francesa. El público, el pavé, los corredores dándolo todo… un espectáculo inigualable.

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