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Contador, de la playa al éxito

Corría el año 2008, el primero tras la irrupción de un corredor español que de la noche a la mañana pasó del anonimato al estrellato. Sí, había ganado la París-Niza, pero nada en relación a ganar todo un Tour de Francia. Su poder mediático era absoluto, todas las carreras querían aspirar a tenerle inscrito en la línea de salida.

Alberto firmaría por Astana, denominación que recogía los retales de dos equipos como Discovery Channel, ex UsPostal y Astana, procedente en gran parte de Liberty Seguros. Juventud a raudales, un discurso de nuevo ciclismo y un país que aún no había despertado de la pesadilla post-Indurain.

Gracias a la situación que generaron los éxitos de Alonso, Nadal, Gasol y la Selección de fútbol, había un optimismo desmedido con el deporte español. El escalador rompedor que no desentonaba en las cronos. Justo a tiempo, sitio adecuado.

Dados los escándalos de dopaje con Vinokourov a la cabeza, su equipo no fue invitado al Tour, hecho que provocó la ira del madrileño, que se reivindicó en la Challenge de Mallorca, gritando a cámara el famoso “Astana al Tour”. Como calendario alternativo, el corredor intentó buscar la forma de correrlo de todas formas, aunque sin éxito.

Finalmente, si el equipo kazajo quería correr las otras dos grandes, tendría que presentar una buena participación tanto en Giro como en Vuelta. El español tenía previsto participar en la carrera de septiembre, pero un giro inesperado puso en un brete a la dirección del equipo, que no iba a ser invitado por la corsa rosa si no se incluía en el nueve a Contador.

Alberto estaba en la playa, de vacaciones, y tuvo que cambiar sus planes para correr el Giro, aunque era fácil que abandonase tras algunas etapas, no teniendo preparación alguna. En las primeras etapas despistó y se clasificó entre los primeros, corroborado en la etapa de Pescocostanzo, donde se agarró a los favoritos.

En la contrarreloj abrazó la maglia virtual y sólo un excelente Bossisio le hizo esperar a lucirla hasta la Marmolada, donde Ricco le puso en apuros. Siendo el más regular ganaría y se convertiría en el primer ciclista español que no fuese Indurain en ganar el Giro de Italia. Los ataques de los italianos fueron inútiles y pese a que lo pasó mal, no tuvo mucho problema para hacerse con su segunda gran vuelta.

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