El pinteño destroza a todos sus rivales con un ataque táctico de libro. Se marchó en solitario en la subida al passo Lanciano, donde ni siquiera un voluntarioso Quintana pudo seguir su estela. Kwiatkowski se hundió y nada pudo hacer ante el día del líder del Tinkoff-Saxo.
Sin embargo, como reconocería en meta, la estrategia era preparar el terreno para su compañero Kreuziger, que debería atacar antes de la subida final. Pero salió la jugada y el español pudo llegar a meta con facilidad, dando alcance a la escapada del día y asumiendo la responsabilidad absoluta. Benjamin King fue el único capaz de atacarle en la ascensión que llevaba a meta, con rampas del 30%.
Entre sufrimientos extremos y mucho público, Contador dio alcance al de Garmin, pero aún no había podido despegar a Geschke, del Giant. Parecía que se lo iba a poner más difícil, pero el pinteño estaba jugando al despiste. Le dejó alcanzarle, quemarse, y arrancó con tal fuerza que sólo pudo perderle en la distancia.
Ganador en meta entre el júbilo del speaker y los aficionados, el resto de la escapada anticipó la llegada de los favoritos, que lo hicieron sin apenas diferencias y dando forma a una clasificación general que podría ser la de cualquier Tour de Francia. Un golpe de efecto el propiciado por Contador que le devuelve el respeto perdido por sus rivales en 2013.