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¿DEBE ESPECIFICAR LA UCI QUÉ ES CICLISMO EN RUTA?

Hace unos pocos días, el mánager de Quick Step, Patrick Lefevere, efectuó unas explosivas declaraciones; amenazó con que su equipo no acudiría en el futuro a más ediciones de la Paris-Tours si esa clásica francesa decidía mantener las innovaciones con las que había sorprendido en esta reciente edición 2018.

Antes de continuar, recordemos los antecedentes. Esta carrera había decidido innovar su trazado. Había introducido pasos por caminos entre viñedos, en un intento de asemejarse a carreras tipo Tro-Bro Léon, Strade Bianche y similares. Las razones de tal decisión habría que preguntárselas a los organizadores.

No es precisamente que las últimas ediciones de Paris-Tours hubiesen tenido un desarrollo muy aburrido. Se habían caracterizado por un ajustado equilibrio entre rodadores y sprinters. Quizás con unos equipos de sprinters no lo suficientemente fuertes como para atajar las escapadas. Pero había habido emoción. No resultaba una carrera previsible para nada. Pero bueno. Las razones de los organizadores para efectuar el cambio son respetables, y a quien escribe, esas novedades le gustaron.

No así a algunos ciclistas, directores deportivos… Achacaron que el mal estado de algunos de esos caminos tuvo demasiada incidencia, por las averías, en el desarrollo de la competición. Que algunos de esos caminos no se parecían a los de la Strade Bianche, muchos más arenosos y con menos piedras éstos últimos.

Pero no sólo en la Paris-Tours. Hace ya unos años que la Vuelta a España incluye muritos con unos porcentajes desmesurados, al menos para lo que estaba acostumbrado el ciclismo hasta hace veinte años. Un modelo que incluso ha sido importado por el mismísimo Mundial en ruta de la UCI, en su reciente edición de Innsbruck. Allí hemos podido ver en algún vídeo, a ciclistas echando pie a tierra en los últimos kilómetros de carrera por no poder subir montados sobre sus bicicletas unas rampas del 28 %.  O las grotescas y circenses ascensiones que algunos ciclistas mediáticos realizan entre el jolgorio y los empujones de parte del público y que, tristemente, cada vez van a más, siendo imitadas por otros corredores no tan mediáticos…

En resumidas cuentas, el común denominador es una búsqueda por parte de los organizadores de novedades. Cosas nuevas que enganchen a los espectadores y consigan aumentar las audiencias. Como ya ha quedado claro más arriba, a quien escribe hay novedades que le gustan. No está cerrado en absoluto a innovaciones. Pero con todos estos acontecimientos, cómo se producen, en qué contexto, cuáles son sus repercusiones posteriores… le surge una pregunta: ¿Hasta qué punto sería conveniente que la UCI entrase a definir exactamente qué es y qué no es ciclismo en ruta? Con el único objetivo de abortar de raíz esas polémicas y que los aficionados, ciclistas, directores deportivos… y managers como Lefevere supiéramos todos a qué atenenernos. En qué campo nos movemos y en cuál no.

Y de esta manera, la UCI regulase, por ejemplo, qué porcentaje de rampas se pueden incluir en un trazado. Esto sería muy fácil técnicamente. Más complicado sería, sin duda, definir el tramo de sterrato que sí es ciclable y cuál no. Ahí cada cual tendría opiniones muy diferentes.

Como verán quienes esto lean, no es solución fácil. Pero sí que conviene reflexionar al respecto. El hecho es que los organizadores van por delante. Su emprendimiento para generar interés hacia sus carreras parece que sólo acaba de comenzar. Que en el futuro estas innovaciones van a ir a más. Y que quizás haya llegado el momento de que la UCI establezca unos mínimos parámetros al respecto. Antes de que la cosa se vaya de las manos.

Todo ello, con el único objeto de que el ciclismo en ruta sea en el futuro algo reconocible.

RAÚL ANSÓ ARROBARREN

@ranbarren

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