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El eterno caminar de Robert Gesink

En pos de una recuperación absoluta de sensaciones, el holandés de Belkin compite mucho, algo que le da ritmo de carrera, pero en ningún caso buenos resultados más allá de sus pruebas fetiches, en las que rinde de forma casi milagrosa a una altura excepcional.

Un año más se le sigue teniendo fe, que no es sinónimo de esperanza. Mollema ya ha tomado claramente la jefatura del equipo y sólo se cuestiona cuando aparece algún joven talento, algo muy habitual por suerte en la estructura histórica de Rabobank. En ningún caso se le discute ya ante Gesink.

Tras varios años de muy buena voluntad, tal vez fuera el momento de correr menos y hacerlo mejor, con más presencia. No todos pasan por ser grandes vueltómanos. Hay otros corredores que se han hecho muy grandes a través de aventuras parciales, pequeñas grandes gestas. Es el papel ideal para el holandés, que debe salir de la espiral de frustración en la que se encuentra y definir por fin un papel claro dentro del ciclismo.

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