El vasco firmó el pasado verano el que podría ser su último contrato como ciclista profesional. Cuando éste termine contará con 38 años, una edad a la que lo normal es que piense en colgar la bicicleta. Sin embargo, viendo otros antecedentes como su Horner, Voigt o Kloden, y como demostró en el Tour de 2012, su buen hacer como líder o como gregario de lujo sigue siendo importante para su equipo.
No es un ganador, eso es cierto. Nunca lo ha sido y es difícil que viva una tercera juventud -la segunda le llegó en 2012-, pero si otorga esa experiencia de haber peleado ya en época del mejor Armstrong. Desde aquellos años no ha bajado el pistón y siempre ha mantenido su característica regularidad.
Para algunos es un corredor que ha pasado sin pena ni gloria, el símbolo de la búsqueda del puesto de honor sin realmente brillar en las carreras. Desde sus inicios en las grandes vueltas ha sido hombre de generales, dejando de lado las luchas por las victorias. En su primera Vuelta fue 10º, muestra de calidad que le enfrentó también a Armstrong en la Dauphiné. Corría el año 2000 y en aquel momento nadie hubiese creído todas las vueltas que iba a dar el ciclismo.
De rival a gregario. El primero que puso en entredicho a Lance en la carretera, después se dejaría la piel por él en el Astana, cuya disputa entre el americano y Contador dio con la división del equipo y la formación de RadioShack, donde ha vivido diferentes aventuras y fases. En todas ellas ha ofrecido lo mejor de sí mismo, rememorando las grandes citas de los días de Euskaltel.
Ph: RadioShack
