Ha sido el gran protagonista de la jornada, incluso por encima del ganador de la etapa de Oyonnax y de las pérdidas de alguno de los favoritos. El que se postulaba como primer aspirante a derrocar al poder establecido (Nibali, Froome y Contador) sufría una lesión de espalda que le retrasaba en el grupo hasta perder contacto. Su lucha ya no era por el lucimiento en la general final, sino por sobrevivir, seguir un día más en carrera.
Con la general ya perdida, el estadounidense peleó de forma incansable por mantener un ritmo digno con el que llegar a la meta. Garmin-Sharp, en una decisión entendible, aunque irrespetuosa, decidió abandonar a su suerte al corredor que les ha dado recientemente tan buenos réditos. Un mal gesto con el que pensaron no arriesgar a ningún hombre más de cara a la continuidad en carrera. La pregunta es: sin Talansky, ¿con qué objetivo? Más vale hacer un mal Tour con un equipo que como mucho aspirará a una victoria de etapa que maltratar con un detalle cuestionable a su líder natural.
Para colmo de males, mientras Andrew ‘Pitbull’ Talansky anduvo en lucha constante con el fuera de control, su equipo lanzó la carrera por delante para intentar hacer valer la baza de Tom Jelle Slagter, un ciclista que todavía debe demostrarnos mucho. Si de un Cavendish o un Contador se tratase, bien podría tener su lógica arriesgar tanto en imagen, jugar a dos bandas. Pero habiendo otros favoritos más importantes a la victoria parcial resultó un gesto torpe e inoportuno, innecesario.
El corredor de Miami afirmó en línea de meta que siguió más por sus compañeros que por sí mismo, algo que resultaba cuanto menos indignante al haber observado los malos gestos que a lo largo de la jornada su propio equipo tuvo con el ganador de la Dauphiné. ¿Qué habrá pensado una vez haya descubierto que precisamente sus compañeros -a las órdenes de la dirección, claro- le han puesto contra las cuerdas?
El exceso de ambición se contradice con el compañerismo extendido en el pelotón incluso con rivales en lo deportivo. Por ello llama mucho más la atención que este tipo de hechos se hayan dado, más en un escaparate tal como el Tour de Francia. Bien es cierto que el ciclismo de hoy necesita malos, enemigos. Pero sobran gestos poco humanos como estos.
L.S.