La época Armstrong dejó un daño que aún casi una década después sigue manteniendo sus posos. No sólo a nivel de imagen, sino a nivel técnico. La moda de correr poco ha colaborado durante este periodo a incrementar la crisis sobre el sector ciclista. Lo mediático de las estrellas sólo recluido a unas pocas pruebas. La muerte lenta, por ende, de las demás.
Parece que se está instaurando la moda de hacer al menos dos grandes entre los aspirantes al podio de las tres grandes. Tal es el caso de Nibali, que completó a gran nivel Giro y Vuelta, Valverde y Purito, que doblaron Tour y Vuelta. Contador planeó realizar dos, pero finalmente optó por una.
La tendencia está cambiando. Durante años los mejores soñaban con brillar en el mes de julio, obviando las demás rondas de tres semanas y otras carreras. Ahora es fácil que disputen la primavera o el Mundial, algo que alarga sus presencias en los carteles, ayudando a que más carreras tengan mejor fama.
El mejor exponente es Joaquín Rodríguez. Siendo tercer clasificado en el Tour, hace algunos años hubiese sido impensable que centre su objetivo en otra prueba que no fuera la mejor del mundo. Nibali siguió exactamente el mismo plan en 2013. Algo está cambiando.
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