El corredor estonio del Astana debuta en la grande francesa de la mano de una de las escuadras con más responsabilidad de las que parten en Leeds el próximo 5 de julio. Tras haberse convertido en la revelación del pasado Giro, el anárquico delfín de Nibali lo será en su gran reto de la temporada. Sin embargo, como ha demostrado en numerosas ocasiones, no es corredor para cuidar de otro, sino para afrontar sus propias opciones.
Pese a que se debe plegar a las necesidades del italiano, no sería de extrañar que una vez haya dejado en su sitio a Vincenzo se ocupe de buscar una buena clasificación general. No en los primeros puestos, para lo que aún le queda si no hay accidentes o imprevistos, sino para un top-ten para el que está más que capacitado.
Si continúa en las filas del conjunto kazajo, hecho que parece probable tras renovar el pasado mes de septiembre, podría superar en galones a gente como Fuglsang, mucho más oscuro, aunque todavía con mejor predisposición hacia las grandes vueltas. No le ha venido muy bien la explosión de su compañero Fabio Aru, que añade otro nombre más a repartir las capitanías de las próximas temporadas. Es probable que alguno tenga que salir si quiere ascender de rango.
Kangert se erige como gran delfín de Nibali en una tarea muy complicada. Puede ser una de las más importantes llaves del próximo Tour. Su papel en ayuda del siciliano posibilitará o no las jugadas tácticas de Astana. Incluso estando bien colocado en la clasificación, puede molestar en fugas, en las que se filtra con cierta facilidad. Puede poner en un breta a todos los equipos poderosos en tal supuesto y, entonces, ser un quebradero de cabeza para su propio jefe de filas, ya que parece un ciclista lo suficientemente rocoso para aguantar en una buena plaza. Muy peligroso el estonio.
L.S.
Tanel Kangert