La historia de Cadel Evans

En el mundo del ciclismo en ruta, si miramos 25 años hacia atrás, los australianos que llegaban a competir a los equipos europeos se caracterizaban por no ser muchos, pero si ser muy buenos. Los ciclistas australianos, como la mayor parte de ciclistas de países anglosajones, destacaron inicialmente en las pruebas en pista. Sin embargo en la actualidad, la isla oceánica es una potencia mundial en el ciclismo en ruta, y en los últimos 15 años, si ha habido un hombre por encima del resto que ha sobresalido hasta llegar a convertirse en el mejor corredor salido de sus fronteras, ese es Cadel Evans, el hombre que llegó a lograr lo que fue siempre el sueño irrealizable de Phil Anderson:

Ganar el Tour de Natural de Katherine, pero criado en Melbourne, Evans comenzó a hacer sus pinitos en el ciclismo en su adolescencia, siendo preparado por el hombre que le siguió hasta su llegada a MAPEI, Damien Grundym, y gracias a su talento y al régimen de becas deportivas del sistema educativo australiano, en 1995 obtuvo una gratificación para poder dedicarse a la disciplina en la que destacaba entonces y con la que se dio a conocer al gran público, el mountain bike.

A pesar de ser por edad un junior, Evans fue encuadrado en pruebas senior de la Copa del Mundo de MTB dada la premura de las olimpiadas, siendo 9º en la JJOO de Atlanta, y logrando el bronce de los mundiales sub 23 de la especialidad meses después. Durante ese tiempo Evans comenzó a viajar y a vivir lo que por otra parte suele ser común en los corredores australes, años muy nómadas.

En las siguientes 2 temporadas se confirmó como uno de los mejores ciclistas de MTB del mundo ganando no pocas pruebas, sin embargo por un lado su victoria del Tour de Tasmania en los inicios del año 1999, la prueba por etapas más exigente entonces por recorrido en el calendario oceánico en ruta, y por otro, y por qué no decirlo, dada la enorme diferencia de ingresos que existía entre un corredor de MTB y un ciclista de ruta, supuso la confirmación para Evans de que debía trasladar su residencia al viejo continente, donde se encontraban los mejores ciclistas fuera cual fuera la disciplina.

A finales de 1999 Cadel Evans, alquiló un piso cerca de Ginebra en Suiza, y comenzó a correr como neo-profesional para el equipo SAECO, aunque su idea inicial era no abandonar la disciplina MTB. Su planteamiento era vivir un número determinado de meses en Europa donde competiría en un calendario razonable y restringido, manteniendo una serie de objetivos selectos en el MTB. Sin embargo, siendo un ciclista no centrado al 100% en la ruta, sus resultados en 2001, ganando carreras como el Brixia Tour o la Vuelta a Austria, llamaron mucho la atención en los habituales corrillos italianos, logrando atraer ni más ni menos la atención del todopoderoso MAPEI, el equipo más potente de los 90 e inicios de siglo, donde tras unas rápidas negociaciones y un acuerdo por ambas partes instantáneo.

Aldo Sassi, jefe del apartado médico deportivo del equipo, puso en conocimiento del patrón Giorgio Squinzi que aquel australiano poseía unas condiciones atléticas muy superiores a la media. En su 1º año como ciclista MAPEI, tras un magnífico Tour de Romandia donde finaliza 3º tras Dario Frigo y Zulle, se ve en la tesitura de tener que liderar al equipo en el Giro de Italia, tras la expulsión en medio de la disputa de la misma de Stefano Garzelli. Un Giro deportivamente para olvidar por parte del espectador, debido al sin fin de escándalos que jalonaron la prueba. Sin embargo, el joven Evans supo estar muy por encima de las expectativas más optimistas alcanzando el fin de semana dolomítico en la 3ª semana ni más ni menos que como maglia rosa.

Desgraciadamente fue protagonista desafortunado de la mítica etapa de Folgaria, con un desfallecimiento que probablemente marcó mediáticamente los inicios de su etapa como estrella dentro del mundo del ciclismo profesional. Tras la desaparición del MAPEI, salpicado por los continuos escándalos de dopaje que enfurecieron a Giorgio Squinzi, el cual hasta aquella fecha había hecho oídos sordos de las notables evidencias sobre la situación real de muchas de sus estrellas en el aspecto médico, Evans recala en el T-Mobile, por donde tiene un paso traumático, en un momento en que ese equipo parecía un gran ente público germano plegado a los caprichos de sus
estrellas.

Tiene un 1º año muy difícil, marcado por caídas y lesiones, y en 2004 sufre el más absoluto de los ostracismos por su condición de foráneo, siendo apartado del Tour por cubrir la cuota alemana entiendo que establecida por los jefes de Ullrich y Kloden, tras haber vencido en junio la Vuelta a Austria, demostrando un gran estado de forma, y a pesar de los innumerables contratiempos acaba logrando muy buenos resultados en las clásica italianas de final de temporada.

Ficha por el Lotto belga. Es una etapa con resultados poco agradecidos, ya que a pesar de lograr grandes puestos en no pocas citas de importancia, logrando dos 2º puestos en los Tours de 2007 y 2008, y ganando carreras como Romandía en 2006, no logra el favor del aficionado al ser poseedor de un estilo tan sufrido como poco atractivo para los fans, sin apenas grandes ataques, excesivamente conservador.

Sin embargo, aquí habría que tirar de parte de la mitología que rodea a Evans. Siempre se le ha considerado un corredor limpio, y por tanto perjudicado por la escalada médica en el deporte. En ese aspecto, la excesiva velocidad de aquellos años le perjudicaría lo suficiente como para no plantearse movimientos de cara a la galería, simplemente por tratar de congraciarse con el público.

Además, su carácter algo retraído ante los medios, que se ha traducido con no pocos enfrentamientos verbales, no ayudaba a crear una imagen afable del australiano. Los grandes éxitos le llegan de forma tardía, y es a partir de 2009 cuando se quita la etiqueta de corredor segundón y poco atacante. Gana el Mundial de Mendrisio de forma brillante, entrando en solitario, y a partir de entonces y con su fichaje por el entonces conjunto de recién creación BMC, Evans encadena numerosas victorias de muchísima relevancia, tales como la Flecha Valona en 2010, Romandía y Tirreno Adriatico en 2011, Criterium Internacional en 2012, o su victoria más importante junto con el Mundial antes mencionado: el Tour de Francia de 2011. Cuenta por tanto en su haber con triunfos en grandes clásicas, en grandes carreras de 1 semana, en un mundial y en un Tour, construyendo uno de las hojas de resultados más lustrosas de su generación, y probablemente la más completa de todas. Y además con un historial inmaculado en cuanto a referencias al dopaje.

Lo cierto es que es difícil sintetizar en poco espacio una trayectoria deportiva tan prolífica como la de Cadel Evans, un tipo sencillo, al que por tanto sencillamente podríamos etiquetar como el mejor ciclista australiano de todos los tiempos. Cuna de un selecto grupo de ciclistas, cada vez más nutrido, pero de talento excepcional. Eso si, ninguno hasta la fecha con tanto como el que atesora Cadel Evans.

José Mª Palacio Cornejo

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