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LA INCÓGNITA DE TOM DUMOULIN

Hace menos de una semana que fue presentado el Tour de Francia de 2018 y ya se pueden sacar varias conclusiones a pesar de que el mundo del ciclismo en carretera y sus verdaderos protagonistas, los corredores, comienzan en estas fechas un mas que merecido descanso después de una temporada cargada de competición. Sin duda tendremos varias jornadas que nos harán vibrar y a priori disfrutar de buen ciclismo, comenzando por la etapa que finaliza en Roubaix, con varios tramos de pavé de la reina de las clásicas por excelencia, siguiendo con las jornadas  que transitaran por los Alpes y terminando con un apoteósico paso por los Pirineos, por supuesto aderezado con etapas en el Macizo Central o Bretaña que también darán mucho que hablar. Todo esto conforma un magnifico menú para el mes de julio. Sin embargo y como ya se ha comentado en estos días, el desequilibrio de este recorrido lo encontramos sin lugar a dudas en la falta de kilómetros en la lucha contra el crono. Tan solo 66 Km. de los cuales 35 estarán dentro de la contrarreloj por equipos y los restantes en una jornada salpicada de cotas por el País Vasco Francés. Insuficientes si queremos ver una carrera mas abierta y con posibilidades reales de lucha por la victoria para todos.

Los comentarios, predicciones y conjeturas de a que ciclista le va mejor o peor tal carrera es algo que ha sido una tónica dominante durante décadas cuando se presentaba el recorrido de una vuelta de tres semanas, ya fuera Giro, Tour o Vuelta. Según la época y los corredores que brillaban en ese momento en cada país, la balanza se ha podido decantar de un lado o de otro, unas veces de forma más discreta y en otras ocasiones, como aquellos Giros de los ochenta con Moser y Saronni como protagonistas, sin esconderlo en absoluto. Romain Bardet y Thibaut Pinot son en estos momentos las dos referencias del ciclismo francés en cuanto a vueltas de tres semanas y es obvio que la obsesión por buscar el sucesor de Bernard Hinault (ultimo vencedor francés, en 1985) influye de una manera u otra a la hora de confeccionar el recorrido de la mejor carrera por etapas del mundo.

Pero igual que tenemos beneficiados por este trazado de la carrera gala para 2018, tenemos ejemplos de corredores perjudicados debido a sus características. Un caso claro, probablemente el mas nombrado, es el del holandés de Sunweb Tom Dumoulin. El vencedor del ultimo Giro de Italia ya ha demostrado de sobra sus cualidades para las carreras de tres semanas y después de brillar tanto en Vuelta a España como en Giro de Italia su objetivo para 2018 podría ser el Tour de Francia. Pero en caso de que decida tomar parte de la Grande Boucle no lo tendrá nada fácil, más bien muy complicado. La ausencia de contrarreloj lastra en gran medida las posibilidades de Dumoulin, que aunque hemos visto que se defiende en todos los terrenos, cimienta sus opciones de victoria en las pruebas cronometradas. Por lo tanto seria más que comprensible que el corredor holandés declinará estar en la salida del Tour de 2018 en Noirmontier, y seria lógico que su equipo apoye esta decisión y vuelvan a preparar el Giro de Italia.

Muy atrás en el tiempo parecen quedar esas ediciones del Tour de Francia en las que para ser vencedor del mismo debías de mostrarte como un ciclista completo, con solvencia en todos los terrenos, teniendo en cuenta que el recorrido del mismo abría el abanico a distintos tipos de corredores. La pregunta es si un ciclista como Tom Dumoulin esta quizá corriendo en la época equivocada o hasta donde llegaría en aquellos Tours donde se realizaban cronometradas individuales de más de sesenta kilómetros. No obstante y a la espera de conocer los recorridos de Giro de Italia y Vuelta a España, la concurrencia del Campeón del Mundo contrarreloj en Bergen en el próximo Tour de Francia es una incógnita que se resolverá según pasen las semanas. Lo que está claro que esta dinámica de reducir kilometraje contra el crono, no solo perjudica individualmente a corredores como Dumoulin, sino al propio espectáculo de la carrera, limitado a los últimos kilómetros de los últimos puertos como hemos venido viendo en años anteriores. Por citar un ejemplo conocido por todos, para ganar un Tour de Francia como el de 1992 siendo un escalador, debías de intentarlo de lejos buscando la hazaña, como hizo Chiappucci camino de Sestrieres en aquella jornada inolvidable, aquella edición tuvo doscientos kilómetros de lucha contra el cronometro. Tal vez hubiera que buscar un punto intermedio pero los datos están ahí.

ALBERTO DIAZ CABALLERO

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