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La montaña del Tour 2014 al detalle

Extraña, experimental, diferente… así es la montaña de la edición 2014 del Tour. No hay ninguna etapa reina, pero en cambio hay mucho reparto de las montañas a lo largo de las dos semanas centrales. No faltan mitos, puertos clásicos recuperados o nuevas adquisiciones. Los rodadores tendrán etapas llanas, pavé y una larga crono final que se antoja decisiva. 

Ya desde la segunda etapa habrá montaña que ver. Sheffield recibe al pelotón en un formato novedoso. La media montaña y los repechos darán chance a los clasicómanos, que no serán pocos dado el trazado de pavé y media montaña que abunda en la primera mitad. El puerto más duro será el de Holme Moss, desde el cual no habrá respiro. Si algún favorito está tocado lo puede pasar muy mal.

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Desde Ypres a Arenberg se juega medio Tour. Es la etapa número 5, pero el que ceda tiempo aquí quedará ya muy tocado, por no hablar de si se producen las más que temidas caídas en un terreno que no todos los favoritos (por no decir ninguno) dominan. Nueve tramos de pavé que harán las delicias de los aficionados y los corredores de clásica. Los escaladores temerán una embestida de los rodadores.

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Gerardmer supone el primer contacto con los Vosgos. Nada menos que dos puertos en la parte final. 30 kilómetros que constituyen la primera oportunidad de mostrarse a los buenos. Croix des Moinats (ver perfil) no es muy largo, aunque sí tiene dureza como para que esos incómodos segundos espadas jueguen sus bazas. Desde su cima no habrá descanso hasta la meta, con ascenso al corto y leve Grosse Pierre (ver perfil) y final en cuesta en Mauselaine, en la localidad de Gerardmer. Un repecho que hará diferencias.

7La primera gran etapa de montaña (tal vez la única junto a la de Pla d’Adet) tendrá llegada a Planche des Belles Filles (ver perfil). Nada menos que seis puertos más -cinco de ellos puntuables- adornan un perfil de sierra que da auténtico pavor. El col de Firstplan (ver perfil) conformará la escapada, donde sólo caben hombres en plena forma y con recorrido. Desde ahí comienza una serie terrorífica. Le Petit Ballon (ver perfil) es muy duro, uno de los puertos más difíciles de todo el Tour, con carretera estrecha.

Enlaza perfectamente con Platzerwasel (ver perfil), otro auténtico puertazo que ha sido atravesado en recientes ediciones de la Grande Bouclé. Atravesado el infierno, llegan los puertos de tercera: Oderen (ver perfil) y Croix (ver perfil).

El final de la etapa es el decisivo, pese a todo. El col des Chevreres (ver perfil) antecede a la durísima llegada a Planche des Belles Filles, donde Froome dio una auténtica exhibición ante Wiggins, Evans y Nibali.

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Tras el día de descanso y un par de etapas quebradas, vuelve la alta montaña. Chamrousse (ver perfil) vuelve tras trece años de ausencia. Sólo se ascendió aquella vez, con victoria en la cronoescalada para Lance Armstrong. Ahora regresa como final en alto y precedido de otro coloso, Palaquit. Será decisivo. Quien salga de amarillo de su cima podrá tener mucho ganado.

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Una vez en los Alpes, tendrá lugar la etapa reina en la cordillera. Risoul (ver perfil), tras recibir a la Dauphiné en dos ocasiones, será meta del Tour grande. No es excesivamente duro, pero al ir precedido de Lautaret (ver perfil) e Izoard (ver perfil), puede pasar factura. No hay que olvidar que ya habrá diferencias en la general y habrá favoritos que quieran subirse de nuevo a la pelea por la clasificación.

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Después de la transición a los Pirineos llegará la ascensión a Balés (ver perfil), previa al descenso hacia Luchon. Una etapa larga que sólo incluye dos subidas adicionales, el fatídico Portet d’Aspet (ver perfil) y el leve col des Ares (ver perfil). No es el puerto más duro, pero no hay que despreciarlo. Ya decidió el Tour de 2010 en favor de Alberto Contador.

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Sin embargo, la etapa reina se puede considerar la que llega a Pla d’Adet (ver perfil). Es una etapa soberbia, por mucho que sean puertos archirrepetidos en la ronda gala. Corta, eso sí. Es un diente de sierra constante, el día en el que los ataques lejanos se deben producir. No hay un metro llano desde que se comienza a ascender en Bossost, en España, el col de Portillón (ver perfil). Desde ese punto se suceden los kilómetros duros, hasta 40 por encima del 7%. El Peyresourde (ver perfil) es un mito, largo y sin ser excesivamente duro siempre hace daño.

Su descenso enlaza con el inicio de otro puerto menos habitual, Val Louron (ver perfil). Es el sitio donde nació la leyenda Indurain. De ahí a meta espera el puerto más duro y difícil, justo tras el técnico descenso que conduce a Saint-Lary.

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Como fin de fiesta tenemos la etapa del Tourmalet (ver perfil), que en esta ocasión tiene destino en la estación de Hautacam (ver perfil). Es un calco de la etapa que en 2008 dejó fuera de juego a Valverde. En el valle entre puertos Cancellara hizo una auténtica escabechina, con Voigt dejando en reguero el pelotón en la subida al coloso de Campan. Ascendido por la Mongie, en ningún momento da descanso. Se juega el Tour y los nervios estarán a flor de piel. Si ahí no hay movimiento, lo habrá en la subida final, de una dureza considerable.

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