El suizo se convierte en leyenda tras conquistar su tercer título en el Tour de Flandes, esta vez sin demostrar la superioridad que le había valido en anteriores ocasiones para alzarse con el trofeo de forma incontestable. Tuvo emoción la carrera y hasta el último metro no se supo el vencedor, con alternativas, sufrimiento, héroes, vencidos y victoriosos.
El grna perjudicado fue el Omega-Pharma, que con tanto talento y ganador potencial en sus filas no supo jugar sus bazas, dejando a Vandebergh en cabeza como puente y no sabiendo rematar después. Hizo un buen papel el belga, pero poco pudo hacer ante el imperial Espartaco, que más que nunca hizo honor a todos sus apodos.
Porque no fue fácil ganar. En primer lugar porque se enfrentó a tres belgas en un grupo final en el que todos corrían contra él. Van Avermaet, más rápido, jugó desde lejos y supo moverse con mucha inteligencia, haciendo correr a contrapié a Fabian. Fue muy molesto para él.
Vanmarcke estuvo soberbio, pero apenas pudo probar con ahínco y pundonor, pese a saber que el zorro de Berna tenía cogida la medida a los tres acompañantes de su grupo. A cada ataque del de Belkin salía Cancellara, pero al resto le dejaba más margen. ¿Por qué? Para poner nervioso a Sep, que cayó en la trampa e hizo la carrera al de Trek en más de una ocasión.
El resto no contó. Sagan estuvo muy perdido, corriendo siempre a impulsos y sin una táctica clara de control o de ataque. Kristoff fue muy fuerte, al igual que Terpstra, pero reaccionaron tarde, cuando ya el caballo se había marchado.
