El eslovaco ha ganado muchas carreras, pero ha podido ganar muchas más. Es un mal a tanta calidad y tanta polivalencia. Se enfrenta a tantos terrenos, a tantos rivales diversos que cuesta tomarles la medida, cambiar el registro. Ahí vienen sus miedos y el aspecto que más puede mejorar.
¿Cómo aumentar la efectividad de un corredor que suma 22 victorias en una temporada? Pero es que la sensación que deja es que aún podría ganar mucho más y lograr mucho mejores cosas. A un palmo se ha quedado de una Milán-San Remo, a un ataque se ha quedado de tener ya la joven Strade Bianche, a un puesto de un Tour de Flandes…
Antes debería mejorar el Cannondale o definir mejor los objetivos de cada uno. Pero con el fin de ayudar a esta potencial leyenda a serlo. Ninguna excusa debe ponerse al killer, que tampoco debe cejar en su empeño de convertir cantidad en cantidad y calidad. De nada sirve anotarse cinco etapas de una vuelta por etapas de una semana o lograr por enésima vez el maillot verde del Tour.
El esfuerzo y dedicación que requieren esas tres semanas sólo le restan opciones de centrarse en un calendario al que poder llegar con aliento. Si se adapta como un guante a las pruebas de un día, ¿por qué evitar que alcance su plenitud en las Árdenas o en el Mundial? ¿Por qué renunciar a nada? Pero no a cambio de acumular carreras que ya posee.
¿Cómo paliar que parasiten su calidad? A lo mejor tomando la iniciativa, dejando de jugar para el final, al menos en todas las ocasiones, lo cual le hace muy previsible en ocasiones.
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