El italiano es uno de los más regulares de los últimos años, donde sólo corredores como Froome (tres de tres) o Contador (cinco de seis) ofrecen un porcentaje tan alto de podios en grandes vueltas. Teniendo esa efectividad, parece difícil no pensar en que será uno de los tres afortunados en subir al podio final de 2014 en París.
Desde que fuese maillot blanco del Tour 2009, sólo en una ocasión se ha clasificado fuera de los tres primeros puestos de las grandes rondas que ha disputado: la Vuelta 2011 (7º). No es tan fácil encontrar corredores tan regulares durante tanto tiempo. Ni siquiera un Contador que en carrera acumula los mismos números, con la salvedad de que sus podios se traducen en victorias.
Nibali es muy completo, sin ser el mejor ni en montaña ni en crono. La suma de todos esos factores le reporta esos buenos resultados. Además, lo mejor de todo, los consigue mediante el ataque y la búsqueda del primer puesto, aunque sólo lo haya alcanzado en dos ocasiones. En la Vuelta no ha logrado victoria de etapa alguna, por tres en el Giro.
Esa legendaria ambición es lo que se ha traducido en su nombramiento como uno de los mejores corredores de la época, independiente de los fríos datos, que también ayudan.
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