Al igual que sucediera en 2013, el italiano tiene en mente el poder disputar la ronda española. Lógicamente, no se va a pronunciar hasta que acabe el Tour de Francia, donde competirá por todo lo alto y con la máxima aspiración. En cambio, la Vuelta supone una gran preparación para el Mundial, que se celebra en España, muy próximo al final gallego de la carrera.
Por tanto, entrenar en el mismo circuito se puede convertir en una realidad muy atractiva para los que preparen la cita de Ponferrada. Nibali ya intentó esta misma estrategia en 2012, cuando quiso formar parte de la carrera española y se encontró el castigo de su entonces equipo, el Liquigas, por haber firmado por los kazajos del Astana.
En aquel programa no estaba prevista la ronda hispana, pero Vincenzo consideró que acabó el Tour con piernas para afrontar otra grande. En este caso, obviado el Giro, cobra fuerza la opción de competir en septiembre, aunque es una posibilidad que se valorará de forma definitiva en julio.
