El pelotón paralelo: ¿Y si Contador hubiese corrido en Movistar?

Con este artículo empezamos una nueva seccion, con temas de ciclismo ficcion, todas esas historias que todo aficcionado a este deporte alguna vez ha tenido en la cabeza y le ha dado vueltas, ¿que hubiera pasado si…?


Eclipsada por la emotiva despedida de Alberto Contador del ciclismo profesional, la pasada semana se produjo la presentación de la nueva equipación del Movistar en cuyo acto de presentación se le preguntó a Unzue, entre otros temas, por el propio Contador.

El jefe de Movistar, amén de elogiar al madrileño, confesó algo que si bien se rumoreó en su momento nunca tuvo carta de naturaleza, esto es, el (casi) fichaje de Alberto Contador por la escuadra navarra allá por el año 2010.

Según las propias palabras de Unzue, el acuerdo estaba prácticamente cerrado y sólo faltaba la firma para lo cual, la estructura que él dirigía tenía pendiente firmar, a su vez, con el que iba a ser su nuevo patrocinador (la temporada 2010 fue la última bajo el patrocinio de Caisse d’Epargne, pasando a ser Movistar a partir de 2011). Alberto, que negociaba en aquel momento también con Saxo Bank, decidió no esperar y firmar por la escuadra de Bjarne Riis, donde, bajo distintos sponsors, permaneció hasta que a principios de este 2017 inició su etapa en Trek.

Este fichaje no consumado alejó al mejor corredor español para grandes vueltas de las dos últimas décadas del mejor equipo español de la historia para grandes vueltas. El mismo donde Arroyo, Delgado, Indurain, Olano, Chava Jiménez y hasta Óscar Pereiro, alcanzaron la cima de sus carreras.

“Qué habría pasado con Contador de haber fichado por Movistar en 2010” es, muy probablemente, uno de los mayores interrogantes, una de las cuestiones no resueltas más jugosas que nos deja el ciclismo español de los últimos años.

Una separación contra natura

Enrolado en Saxo-Bank (posteriormente Tinkoff) de 2011 a 2016, Contador siempre corrió bastante desprotegido. Rodeado por su guardia pretoriana en los primeros años, los Jesús Hernández, Benjamín Noval, Dani Navarro y algún aliado ocasional, como Tosatto o Paulinho; Alberto fue quedándose progresivamente más aislado dentro de su propio equipo, algo que acabó perjudicándole, especialmente en el Tour de Francia, donde su forma de correr chocó una y otra vez contra el rodillo del Sky. Sólo en la Vuelta, donde los británicos no han presentado escuadras competitivas, al menos al nivel del Tour, hasta este año; y en el Giro, donde no se han molestado ni en aparecer con alguien de garantías, Contador pudo batallar en condiciones de cierta igualdad con sus rivales.

Mientras, Movistar chocaba también durante este mismo período contra el mismo muro: el Sky. Empeñados en convertir a Valverde en lo único que el murciano no es, un ganador de Tour, los telefónicos creyeron encontrar el anti-Froome con el fichaje de Nairo Quintana. El colombiano lograba acabar segundo en la general final del Tour’13, su primera participación. Con 23 años parecía llamado a convertirse en el dominador de la ronda francesa durante al menos un lustro. Sin embargo, y pese a coleccionar otros dos podios (2º en 2015, 3º en 2016), Quintana se presentará al Tour’18 sin haber logrado imponerse al británico y lo que es peor, dando la sensación de haber perdido definitivamente la batalla psicológica.

Y si…

Así pues y llegados a este punto y partiendo de las declaraciones de Unzue, sólo cabe preguntarse qué habría sido de Contador (y de Movistar) de haberse consumado aquel principio de acuerdo. La respuesta más corta y quizá la que primero viene a la cabeza es “peor seguro que no les habría ido”.

Porque, ¿qué le habría dado Contador a Movistar? Parece obvio que algo de lo que los navarros han carecido, o al menos cojeado, estos años: un liderazgo fuerte en las grandes vueltas, especialmente en el Tour de Francia. Un liderazgo del que habrían salido enormemente favorecidos precisamente sus dos jefes de filas actuales, Quintana y Valverde. El colombiano podría haber quemado etapas de formación sin la presión de tener que ser un ganador de Tour a los 24 años mientras que el murciano podría haberse centrado en objetivos más ajustados a su perfil sin tener por ello que descuidar sus preferencias, esto es, las grandes vueltas.

Pero ¿y qué le habría dado Movistar a Contador? Pues justo lo único que le ha faltado al madrileño estos años: una escuadra fuerte y leal que le arropase en todos momento, especialmente en los más complicados. Gregarios entregados a la causa, auténticos y devotos soldados. Una legión de jesuses hernadez dispuestos a dejar su último gramo de fuerza por su jefe de filas. En definitiva, un entorno estable y confortable, el gran punto débil de toda la carrera de Alberto Contador.

Y sin embargo también existe una duda razonable acerca de la viabilidad de este matrimonio. Porque tan cierto como que, a priori, Movistar y Contador se han necesitado mutuamente estos años, o al menos se habrían venido bien, es que la concepción del ciclismo de uno y otro no puede ser más diametralmente opuestas. De la extremada cautela de los telefónicos a la hora de hacer cualquier movimiento al arranque de genio e inspiración del madrileño hay un abismo, el mismo que podría haber acabado sino enfrentando, sí distanciando a Contador de la dirección de Movistar.

¿Habrían ganado más ambos de haber firmado una alianza que en su día resultaba casi inevitable? ¿Habríamos disfrutado de un Contador igual de agresivo y atacante con los Unzue y Jaimerena al otro lado del pinganillo? ¿Habríamos visto a Nairo madurar a la sombra de Alberto como en su día hizo Indurain a la de Perico? ¿Habríamos logrado esa foto imposible y añorada para la mayoría de aficionados españoles de un dúo Valverde-Contador en las montañas del Tour con el mundo a sus pies?

De todas estas interrogantes, nunca sabremos las respuestas, es lo que tiene hacer ciclismo-ficción. Y quizá por ello mismo el debate nunca deje de tener su encanto.

SERGIO ESPADA

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