La etapa diseñada por Joaquim Rodríguez en Andorra se caracterizó más por las eliminaciones que por los ataques. El más reseñable de estos sin duda el de Fabio Aru. La etapa no es que resultase especialmente emocionante ni mucho menos. Pero en esa constante sucesión de puertos de primera y un especial, al final acabaron sucediendo un sinfín de cosas analizables; pero insistimos: más por desgastes, desfallecimientos y caídas que por espectaculares ataques.
La profesionalidad de Chris Froome acabando la etapa pese a su caída al poco de empezarla le hizo ganar ese día muchos incondicionales. Que todo un vencedor del Tour siguiese en carrera le hizo ganar muchos adeptos que supieron valorar esa profesionalidad. Aunque al día siguiente no tomase la salida. No sólo esto. Porque Froome, tras vencer en el pasado Tour, acudió a la ronda española con intenciones de disputarla, como bien patente quedó. Con el hundimiento de Roche, Sky salvó los muebles gracias a Nieve que pasaba a ser la opción en la general del equipo británico.
El podium del reciente Tour vivió en esta etapa su particular calvario. Tanto Quintana como Valverde también lo pasaron muy mal, los dos de Movistar en la última ascensión. En contrapartida, el segundo y el tercero del pasado Giro se ponía de líder y ganaba la etapa respectivamente. El éxito de Astaná con Aru y Landa, y la forma de conseguirlo, nos retrotraían a los sucesos de ese Giro pasado. Estaba claro que las heridas en el seno del equipo kazajo estaban sin cicatrizar. Aru por su parte confirmaba definitivamente que va a ser junto a Quintana el escalador del futuro. Habrá que esperar su evolución en la lucha contra el crono. Se vestía de rojo, pero…¿Quizás debió moverse antes el jefe de filas de Astaná? Porque el hasta entonces líder Dumoulin aguantó bastante bien una de las etapas en principio más adversas a sus características. Un líder, eso sí, sin apenas apoyo ese día por parte de sus coequipiers.
A base de mucho sufrimiento y con la ayuda de Dani Moreno, Purito se situó segundo en la general. Estaba claro que a toda esa pléyade de escaladores no les quedaba otra opción que atacar desde más lejos en las próximas etapas de montaña. Porque el holandés era el principal favorito para meterles en tiempo en la cronometrada de Burgos. Era esa la principal conclusión de la etapa.
La etapa con final en Lleida estuvo en un tris de saltarse el guión previsto de llegada al sprint. El grupo de fugados fue finalmente cazado en el último kilómetro. El triunfo fue para uno de los equipos que más luchó por cazar a los escapados: el Trek Factory de la mano de Danny Van Poppel. 10.000 metros antes había pinchado y aún así fue capaz de sobreponerse y ganar. Degenkolb y su equipo Giant otra vez se quedaron cerca del triunfo pese a que fueron de los más implicados también en la captura.
Que el ciclismo es un deporte de equipo lo demostró de nuevo, esta vez en Tarazona, el triunfo de Lampre-Mérida de las piernas del portugués Nelson Oliveira. Sus compañeros en la masiva escapada, Conti y Plaza, abortaron con sus presencias cualquier intento de acercamiento de esa escapada bidón al portugués cuando éste ya había abandonado por delante a sus compañeros de aventura. Sicard y Brambilla se metían en el top ten de la general. En el pelotón de favoritos, movimientos en los últimos kilómetros propiciados por Tinkoff-Saxo y Movistar no pasaron a mayores.
Al tríptico montañoso cántabro-asturiano lo trataremos como una unidad pues las tres jornadas tuvieron unas características muy comunes. En dos de ellas la escapada llegó a buen “puerto”. De Marchi nos recordó al ciclista de la pasada edición de la Vuelta, ahora embutido en el maillot de BMC. Frank Schleck, ya sin aspiraciones en la general, consiguió su objetivo en la etapa con final en la Ermita de Alba: ganar ese parcial. Trek Factory consiguió su tercera etapa. Un bloque que partió de Puerto Banús sin muchas expectativas de cara a la general, que sufrió la retirada de Cancellara en la segunda etapa, está realizando una destacada carrera.
Resulta difícil aportar nada nuevo que no se haya visto o comentado ya en lo referente a la lucha por la general individual. No hubo ataques en largo. Los equipos grandes se dedicaron a marcar ritmos en las sucesivas ascensiones que desgastasen a sus rivales. Pero la igualdad entre los escaladores ha sido máxima. Apenas ha habido ataques y las escasas diferencias se han establecido más por quedarse por atrás del pelotón que por atacar por delante. Los ataques a cara descubierta se han producido sólo en los últimos 3 kilómetros. Así, con esas distancias y con esos porcentajes de rampas tan desmesurados que tienden a nivelar las fuerzas más que a propiciar diferencias, las ventajas o desventajas obtenidas han sido escasas.
Valverde no está en su mejor momento. Quintana estuvo enfermo; se recuperó pero tampoco está para echar cohetes. Aru en la etapa con final en Quirós también dio síntomas de debilidad. Por la razón que sea, Joaquim Rodríguez posterga sus ataques a los muy últimos kilómetros. Majka, sin mucha presión, se mantiene tercero en la general y será una incógnita su rendimiento en una contrarreloj más o menos larga cuando se juegue algo importante. Nieve demuestra que puede aspirar a bastante más que a ser gregario de Froome. Ha intentado ataques pero sin conseguir romper. Es decir: se encuentra al mismísimo nivel que los otros jefes de fila. Chaves está aguantando en carrera más de lo que su juvenil aspecto hubiera parecido en principio. Landa está a gran nivel pero está ya fuera de la general y en teoría debe ser gregario de Aru…
La enorme igualdad es la tónica general entre los escaladores que dominan la general. Y de ahí, del miedo a mal medir los esfuerzos y pagar las consecuencias, esas actitudes tan conservadoras. El gran beneficiado de esta confluencia de factores es ese ciclista etiquetado como contrarrelojista que tan bien está aguantando el paso por un terreno que en principio debía restarle todas las posibilidades: Tom Dumoulin. El holandés ha perdido tiempo en todas estas etapas; pero de forma bastante controlada Se perfila como uno de los grandes favoritos para el triunfo final, pese al hándicap de su falta de equipo.
