Sprinters: los astros de la velocidad

Una generación perjudicada por la crisis del ciclismo. Sí, de forma indirecta, pero las oportunidades claras de las que gozan los reyes del sprint son menores que las que
disfrutaron los ases de otras épocas. 

Cipollini, Petacchi, Zabel y cía tenían ante sí etapas llanas como la palma de una mano seguidas para deleite de sus poderosísimas escuadras. Ahora eso no pasa. Las audiencias se
han resentido y los organizadores han buscado modelos en los que el ganador de etapa no siempre se resuelva en una llegada masiva. Es más, se busca toda fórmula para romper ese bloqueo al que someten los equipos de los hombres rápidos al pelotón para ver carrera más allá del rush del último kilómetro.

Por si fuera poco, los muchos sprinters u hombres rápidos buscan esa ocasión con ansia, haciendo que los marcadores a final de año de los más ilustres no sean tan abultados. Una forma de igualar el ciclismo en todo momento y de hacerlo más interesante, no cabe duda, pero también una pérdida de ese aroma que desprendían los grandes velocistas, que tanto prestigio daban a las participaciones.

Ahora Cavendish no sólo tiene que ser el más fuerte en el último kilómetro, sino salvar algún puerto final o subida en la que los ataques estratégicos se suceden y el control se dificulta. Por eso han aparecido en las llegadas gente como Sagan o Boasson Hagen, muy completos, pero sin ese carácter de velocista puro. Greipel y Cavendish tienen dura
competencia al abrirse el abanico de llegadores.

Ya no arrasan como hacía dos o tres años. En la actualidad se reparten las victorias con ciclistas muy completos y que incluso disputan las clásicas de primavera.

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