Desde luego que resulta aventurado comenzar a pronosticar sobre lo que pueda suceder en el próximo Tour de Francia, cuando todavía restan ocho meses para su celebración. Lo que sí ya son enjuiciables algunas de las intenciones ya manifestadas por algunos de sus previsibles máximos protagonistas.
Por ejemplo, ya son enjuiciables las intenciones, el mensaje que transmite la ASO cuando hace público el recorrido de la próxima edición. El trazado constará de escasos 36 kilómetros de lucha individual cronometrada, y ninguno de lucha por escuadras. Además, esos 36 kilómetros no se concentrarán en una sóla etapa, sino que se repartirán en dos, con lo que eso beneficia a quienes no son expertos contrarrelojistas. El resto del trazado son etapas en línea, que incluyen jornadas montañosas aceptables en su conjunto. Está claro que, de entrada, es un trazado que beneficia a escaladores frente a contrarrelojistas, en una consideración clásica, porque ya sabemos que los tiempos están cambiando, y a esta distinción clásica de los ciclistas que optan a ganar una carrera de tres semanas cada vez le caben más matices. Otra cosa es que los escaladores aprovechen todo este menú montañoso para atacar. La única amenaza de este trazado para los considerados escaladores es que la contrarreloj de Marsella se disputará casi el último de día de carrera; cuando ya no haya lugar a rectificaciones. Esto debería obligar a los escaladores a atacar antes en previsión de ello. Luego ya veremos lo que ocurre…
Se trata, en nuestra opinión, de que la carrera esté abierta hasta el último momento. De que haya emoción durante esa cronometrada de Marsella… aún a riesgo de que todo lo anterior resulte un auténtico tostón, como sucedió ahora hace sólo cuatro meses. Temas de marketing y números que los simples aficionados de a pie desconocemos. La ASO sabrá. Trazados que no permiten conocer al aficionado quién es de verdad el mejor, porque precisamente ese trazado lo trata de enmascarar hasta el muy último momento. Ciclismo moderno.
Por su parte, el Movistar de Nairo Quintana llevó a cabo en Gorráiz (Navarra) su tradicional y otoñal concentración. Concentración adelantada respecto a las fechas del año anterior, y cuya principal novedad fue la noticia de que Pablo Lastras entrará a formar parte del staff técnico de ese equipo, su casa. La concentración finalizó con una rueda de prensa en la que Unzué, Quintana y Valverde nos adelantaron también sus intenciones cara a la temporada venidera.
Como no podía de ser de otra forma, el gran objetivo de Quintana será nuevamente el Tour de Francia. Tras haber vencido ya en Giro y Vuelta, es la única carrera de tres semanas que le falta en su palmarés. Un Tour que en palabras de Unzué “Nairo lo tiene en sus piernas”.
Respecto al trazado del próximo Tour, Unzué lo ve “como sin guión”. Que puede ser “interesante para el espectáculo” al faltarle “días claves y señalados en el recorrido”, no tan definidos como otros años. En suma, que lo ve más imprevisible. Y respecto al Tour de hace cuatro meses, el técnico y mánager navarro afirmó que “no encontramos al mejor Nairo en montaña, aunque hizo un gran Tour en el resto de los terrenos”. El Tour que hizo Quintana fue “muy bueno, salvo que fue un poco menos brillante en algún día clave en montaña”.
Respecto al papel que jugará Alejandro Valverde, Unzué afirmó que “Cada vez tiene más cosas que aportar a la consolidación de Nairo. La veteranía y la tranquilidad que le aporta a Nairo es muy interesante”. Un Valverde que afirmó que retornaría a un calendario más clásico para él, después de un año 2.016 muy cargado.
En suma, durante la rueda de prensa, Unzué hizo muy poca autocrítica. Cosa muy muy respetable. Lo importante, desde luego, es que el ejercicio de autocrítica sí se realice de puertas para adentro. Pero que se haga. La estructura de Unzué, con muy buen criterio, se ha caracterizado históricamente por no dar mucha “cancha” a los medios de comunicación con salidas de tono. Nada que objetar por tanto a esa falta de autocrítica cara hacia fuera. A pesar de ello, incluso al propio Quintana se le “escapó” en la rueda de prensa que “Trabajamos de mejor manera y todos hemos aprendido de muchos errores”.
Unzué intentó en resumidas cuentas vender una nueva edición del “sueño amarillo”. Pero para conseguir ese sueño hace falta poner los medios necesarios. Y eso es lo que, a ocho meses vista, no está absolutamente nada claro.
Independientemente de cuáles fueran las causas por las cuales en el Tour de 2.016 Quintana no fue capaz de atacar en condiciones de hacer sufrir a Froome, se llegó a una conclusión bastante unánime. Que para que un ataque de Quintana pudiera hacerle daño al británico, la condición básica era que Froome estuviese “aislado” de sus tres o cuatro compañeros de equipo que le solían asistir en las subidas.
No vimos durante el pasado Tour un tú a tú entre Quintana y Froome. Al británico le bastó con la presencia de su equipo en cabeza de carrera para evitarlo. Ya escribimos en el pasado mes de junio que una gran vuelta se comienza a ganar ya en julio, agosto, septiembre, octubre… Cuando se comienzan a hacer los fichajes de los gregarios que van a asistir a los jefes de fila en las grandes citas. Y en este sentido, da la impresión que Sky ha salido otra vez, comparativamente con Movistar, victorioso.
Respecto a la lista que presentó en el Tour 2.016, Sky podrá repetir con los nueve en el próximo Tour. Sin embargo, ya en Movistar se registra respecto a esa lista la muy sensible baja de Ion Izagirre. No parece además que ninguno de los fichajes realizados por Movistar esté en condiciones en este momento de suplantar al guipuzcoano. Pero es que además, Sky se ha hecho con los servicios del escalador Kenny Elissonde y sobre todo con el del ex ciclista de Astaná Diego Rosa. Un ciclista que en teóricas funciones de gregario ya durante el pasado Tour y Giro de Lombardía dejó en evidencia a su propio jefe de filas Fabio Aru. Parece evidente entonces que la diferencia de bloque entre Sky y Movistar, en lugar de decrecer, tiende todavía sobre el papel a hacerse mayor.
Mismamente, en la pasada Vuelta a España, la victoria de Quintana se basó más en su equipo Movistar que en él mismo. Fue superior, pero muy poco superior, Quintana a Froome en la montaña. Sin embargo, en la contrarreloj de Calp Froome resultó enormemente victorioso respecto a Quintana. Fue el desastre táctico y la actitud de los ciclistas de Sky en la etapa de Formigal los que determinaron la derrota de Froome. En definitiva, fue la superioridad de Movistar sobre Sky más que la de Quintana sobre Froome la que decantó la Vuelta. Pero, la probabilidad de que un caso como aquél se pueda volver a producir en Sky, y además en un Tour, es bastante remota.
Ya puestos, podríamos añadir a todo esto lo sucedido en el pasado Giro, donde fue la evidente superioridad de Astaná sobre Lotto Jumbo en la etapa de Agnello, unido claro está al fallo de Steven Krujswijk, la que propició la victoria de Nibali. Estamos hablando que en las tres grandes vueltas de tres semanas de la temporada 2.016, la influencia de los equipos en la victoria final ha sido bastante decisiva.
Sean los condicionantes económicos, la diferencia de presupuesto entre Sky y Movistar, sea porque el staff técnico de Movistar no ha apreciado la necesidad, parece, insistimos que a ocho meses vista, que en el capítulo referido a la comparación entre las dos escuadras, nuevamente el negro va a predominar sobre el azul.
Por supuesto, que se pueden revertir todas estas previsiones, si hay un adecuado cambio de actitud en los protagonistas.
@ranbarren