Se dice que la combinación Giro-Tour es imposible. Así lo creen los corredores y la experiencia así lo ha demostrado en los últimos años, donde ya no existen los supermanes de antaño. Por tanto, ahora ciclistas como Nibali o Purito son conscientes de que correr el Giro les empuja bien a acudir al mes de julio como meros animadores o bien reservar para la Vuelta.
Así han actuado en 2012 el español y en 2013 el italiano. Los sistemas de entrenamiento actuales sostienen un descanso de la forma justo tras las clásicas de las Árdenas o el Tour de Romandía, coincidiendo justo con el Giro. Como un alto porcentaje vive por y para el mes de julio no hay alternativa posible que no sea seguir el canon prestablecido. Sin embargo, sí existe la prueba de que se puede realizar con ciertas garantías Tour y Vuelta, de un modo, además, competitivo por la clasificación general.
Hay corredores como Valverde o Purito que han realizado el doblete en más de una ocasión. Joaquín en dos ocasiones en las que ha finalizado en una buena posición en Francia y después 4º en la española por partida doble. Valverde ha doblado en 2008, 2012 y 2013, con un notable éxito. Otros que lo han conseguido han sido Carlos Sastre, campeón del Tour en 2008 y 3º en la Vuelta de ese mismo año.
Esta teoría no sólo vive de españoles, ya que desde que la Vuelta se celebra en septiembre han existido ganadores con buena actuación en Francia. Sin ir más lejos, el primer ganador del mes de septiembre, Laurent Jalabert, que fue 5º en un Tour durísimo en el que puso en jaque al mismísimo rey Indurain. Heras, Menchov o el más reciente de Chris Froome son otros ejemplos claros de que se puede doblar Tour-Vuelta.
En esta misma Vuelta hemos podido ver a Roche, a Valverde o a Joaquín entre los cinco primeros tras ser protagonistas en el Tour. Entre los diez primeros tenemos a Pinot o a Dani Moreno, que si bien no han sido tan competitivos en Francia, sí que se han preparado para el mes de julio a conciencia. Fuglsang, Kreuziger o Mollema lo han intentado a su vez, aunque en sus casos el cansancio ya les pasaba factura en el propio Tour.
Froome, Valverde o Gesink también nos lo demostraron en 2012. El doblete a un buen nivel es complicado, porque lo es, pero es posible. Hablar de ganar ya son palabras mayores, ya que ante alguien descansado y con las piernas frescas y centradas en un solo objetivo es difícil. Pero para especialistas en las grandes no debe suponer una locura o un exceso.
Sin embargo, nadie ha sido capaz de ser campeón en Tour y Vuelta el mismo año. Un reto bonito para futuros ganadores de la ronda gala que se noten con fuerza para asaltar 42 días al máximo nivel en un lapso de tiempo de unos dos meses. Lo que queda totalmente descartado es el doblete Giro-Tour. El último intento corresponde al ya veterano Evans o al insistente Gesink. El australiano con éxito en el Giro y fracaso en el Tour y el holandés sin éxito en ninguna. Ryder Hesjedal intentó en 2012 continuar la racha en Francia, pero la dureza que supone disputar en las montañas del Giro aleja de disputar en las del Tour. Ya
son muy pocos los que se arriesgan a tener un año de espera, a tener la sensación de que el año será en blanco sin ser competitivo en la mejor carrera del calendario.
Sastre fracasó en su idea en 2009 y Evans, de nuevo, en 2010, aunque en este caso por una caída, junto al kazajo Vinokourov, que sí hizo un buen Tour, pero sin aspiraciones en la general. Basso, regular donde los haya, hizo el doblete en 2012, aunque más en labor de ayuda de Nibali, que tampoco pudo contar demasiado con su apoyo. El Giro deja muy tocado a quien lo corre.
Contador se une a los que desean hacer doblete Tour-Vuelta. Es sencillo que no sólo sea el pinteño el que lo realice, sino que se unan Valverde, Purito o Froome si no logra su objetivo en la ronda gala. Es un corredor que ha demostrado que puede con esos dos esfuerzos juntos y Sky ya no tendrá a Urán, fichado por el conjunto Omega, ni a Porte, líder en el Giro y probable gregario en julio. Toda posibilidad se contempla menos ser parte de una ronda italiana que conllevaría el riesgo de no estar al 100% en la salida de la carrera más prestigiosa del mundo. Así, el Giro busca fórmulas para evitar esa desventaja que le ofrecen los calendarios. Guiña a Quintana, Purito y a tantos otros con un recorrido extremo, más próximo al de la Vuelta que al del Tour. Se trata de un movimiento a la desesperada, ya que saben que sin las figuras poco tienen que hacer. Es ese carácter local el que está restando una gran parte del atractivo que antaño sí
tenía.
En 2014, salvo giros inesperados, el duelo principal será Basso – Scarponi. O tal vez con Ulissi, una de las joyas que irrumpen entre los jóvenes. Ello resume el cambio que ya se lleva produciendo desde hace varios años en el ciclismo. La afirmación de que la Vuelta es la
segunda grande en importancia para los corredores es un hecho. Para los aficionados aún queda ese poso de historia y leyenda donde el Giro tiene poco rival. Sin embargo, ya desde hace algunos años el espectáculo vivido tanto en una como en otra ofrece un punto a favor
de ganar adeptos por parte de la española. Es una tendencia de momento imparable, a no ser que la Vuelta vuelva a abril o el Mundial cambie a junio.