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Vincenzo Nibali y las clásicas

Su magnífica actitud ante los retos que se plantea le han hecho ganarse el respeto y cariño de la afición, los medios y los rivales. Una forma de ganar que convence, aunque no hayan sido tantas como las que han acumulado algunos de sus contrincantes. Destinado a las grandes vueltas, ya ha podido conquistar dos de ellas. Una a su estilo y otra siendo el mejor en el cómputo general de las diversas cualidades que poseen los ciclistas. 

Pero hay que prestar una atención especial a sus prestaciones en las pruebas de un día. Cuarto clasificado en el último Mundial, el líder de Astana tiene el jersey arco iris entre ceja y ceja y como buen italiano dedicará parte de lo que le reste de carrera en intentar conquistarlo.

Con un amplio registro de movimientos, en las clásicas siempre ha encontrado terrenos amigos, lejanos a la alta montaña que tanto le aplaca y a las cronos en las que ha aprendido a defenderse a base de ambición y esfuerzo. En las colinas ha logrado su implacable estilo atacante, ya desde sus primeros días de competición, allá por el año 2005.

Entonces, con Fassa Bortolo, debutó en Haut Var, firmando una notable 12ª posición. Sexto en Milán-Turín, que se disputaba en primavera, descubrió las clásicas belgas de las Árdenas. Flecha Valona y Lieja-Bastogne-Lieja han sido dos de las más frecuentadas por el italiano, al igual que Lombardía, a la que ya ha llegado muy castigado.

Al año siguiente descubriría la Milán-San Remo, cuyo podio ha pisado en 2012. Su primer gran puesto en un Monumento tuvo lugar en la Lieja de 2008, llegando justo a rueda de Paolo Bettini, uno de los grandes favoritos de aquella edición. Un décimo puesto que le hizo animarse y confiar en sus posibilidades en este tipo de carrera.

Repetiría un buen puesto en 2010, aunque esta vez en Flecha Valona (12º). Por fin se acercaría al podio en Lombardía (5º), justo tras conquistar el maillot rojo en la Vuelta. Octavo en Lieja y en San Remo, el mal final de año le impediría tener opciones en Mundial y Lombardía.

2012 le vio rozar el triunfo en Ans, con Iglinskyi como aguafiestas tras una carrera magnífica y al ataque del siciliano. Aún con los colores del Liquigas sería cuarto en el Mundial contrarreloj, pero pasaría sin pena ni gloria por la ruta. El reto quedaría para 2013 tras haberle sido negada la participación en la Vuelta.

En 2013 sería cuarto de nuevo en Florencia tras correr a lo campeón. Peor sabor de boca le quedaría en Lieja (23º), carrera a la que no ha faltado desde su debut. Esta temporada se centró en conseguir dos victorias que le hubiesen aupado al selecto club de campeones de dos grandes rondas en un mismo año. Por unos segundos no lo logró, pero ya sabe que está preparado para este reto y lo volverá a intentar en 2014.

One Response
  1. Valverde y Purito son muy superiores a Nibali en las clásicas de las Ardenas o tipo Ardenas, guste o no guste a los frikis antiespañoles de siempre. Qsj! ji ji ji

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