La temporada 2017 se despereza y da sus primeras pedaladas a miles de kilómetros del que habrá de ser su teatro de operaciones principal, esto es, la Vieja Europa, la vetusta cuna del ciclismo mundial. Y mientras al calor del sol austral los más madrugadores inician su andadura, las publicaciones especializadas (y las no tan especializadas) intentan desgranar, aventurar, lo que este año nos va a deparar, quienes serán los triunfadores del año ciclista. Es aquí donde los nombres de Froome, Quintana, Contador, Sagan, Cavendish, Nibali, Bouhanni, etc. aparecen de forma recurrente. Son las grandes vedettes del circo, las que hacen que todo luzca con mayor fulgor. Sin embargo, en un no tan discreto segundo plano aparecen nombres que, sin la repercusión mediática ni los logros de estas grandes figuras, aguardan pacientes su oportunidad para asaltar los cielos. Estos son algunos, doce, de esos actores secundarios que pueden hacer saltar la banca en 2017.
– Steven Kruijswijk: Sólo una tremenda caída en el descenso del Agnello y el indomable carácter de Nibali le privaron de una más que merecida victoria en el Giro’16. Si recupera ese golpe de pedal, 2017 puede y debe ser el año de su consagración como superestrella mundial.
– Tom Dumoulin: Su deslumbrante presentación en sociedad en la Vuelta’15 no fue corroborada en 2016 aunque dejó perlas de su enorme calidad, como en su victoria en Andorra en el Tour de Francia. Así pues, 2017 ha de ser el año en que confirme que lo de hace dos temporadas no fue el canto del cisne de un corredor con un potencial enorme.
– Romain Bardet: Desde su eclosión en el Tour’14 ha ido quemando etapas de una forma más progresiva y racional que su némesis nacional, Thibaut Pinot, hasta alcanzar un merecidísimo segundo puesto en el Tour’16, siendo el único de los aspirantes que arriesgó algo en el decepcionante paso por los Alpes. Su mayor problema es que en 2017 se le pedirá repetir logro… como mínimo y resulta complicado verle en ese papel. Si lo hace podemos estar ante el gran campeón francés que nuestros vecinos llevan décadas esperando.
– Ion Izagirre: Creció enormemente en los dos últimos años dentro de un equipo donde los roles están tan marcados y el guión es tan estricto como resulta Movistar, de ahí que sea lógico pensar que el cambio de aires le beneficie. Con margen de maniobra el futuro de Ion Izagirre asoma tan esperanzador como incierto. ¿Hasta dónde puede llegar? ¿Qué se le puede pedir? Conviene no aventurarse mucho a la hora de ponerle límites.
– Thibaut Pinot: Ha hecho el recorrido inverso a Bardet en las últimas tres temporadas. Asombroso en 2014, desquiciado en 2015 y desconcertante en 2016. Dio muestras de una enorme mejoría en la contrarreloj, lo que disparaba las expectativas en torno a su papel en el Tour, carrera para la que vive. Sin embargo, la mala suerte y su facilidad para salirse de carrera cuando las cosas le van mal, alimentaron el debate sobre si Pinot puede o no ganar el Tour. Este 2017 debe servir para despejar esas dudas.
– John Degenkolb: Su asombroso 2015, en el que consiguió, entre otras cosas, el doblete San Remo-Roubaix, se frenó en seco en los albores de 2016, cuando era atropellado junto a otros cinco compañeros de equipo mientras entrenaba. Las graves lesiones sufridas le hicieron perderse el grueso de la temporada. En 2017 y con nuevo equipo (ha fichado por Trek), el alemán deberá luchar para recuperar su bien merecido status de estrella mundial.
– Ilnur Zakarin: Nos encogió el corazón sólo unos kilómetros después de la caída de Kruijswijk en el Giro’16. Su cuerpo inerte sobre las laderas del Agnello nos hizo temer lo peor. Por suerte todo quedó en un susto y en 2017 intentará volver a ser ese corredor combativo y corajudo que en 2015 tumbó a Froome en Romandía y que el año pasado tensaba a todo el mundo en las subidas del Giro.
– Julian Alaphilippe: Otra de las jóvenes perlas del ciclismo francés. Lleva dos temporadas quedándose a las puertas de la gloria en las Ardenas por culpa de Valverde. Aún así su rendimiento es espectacular y es, sin duda alguna y a día de hoy, el ardenero más brillante de su promoción. Sólo le falta una gran victoria que lo corone como tal y esa puede llegar en 2017.
– Bob Jungels: Probablemente ni él sabe hasta dónde puede llegar. Dio el salto a profesional con 20 años y ya desde entonces ha ido dejando muestras de su clase. Hasta el Giro’16. Ahí se destapó como un corredor descomunal. Y ambicioso. Le falta subir uno o dos peldaños como escalador para luchar por las Grandes Vueltas pero con 24 años aún tiene un margen de progresión enorme. En 2017 deberá dar un paso más.
– Sep Vanmarcke: Hace años asomó como la alternativa más fiable a los intocables Cancellara y Boonen y, de hecho, ya tiene dos segundos puestos en Roubaix (2014 y 2016) pero no termina de dar el salto definitivo. Le acompaña la mala suerte y una deficiente lectura de carrera que hace que los momentos cruciales de las carreras siempre le pillen en donde no debe. Si corrige este defecto y con Cancellara retirado, puede convertirse en el gran animador de las clásicas de adoquines.
– Tony Gallopin: 2013 y 2014 fueron sus grandes años. Combativo, brillante en la lectura de carrera y con una cierta punta de velocidad que le permitía imponerse en grupos pequeños, parecía que estaba llamado a grandes logros. Sin embargo las dos últimas temporadas ha perdido fuelle y siembra dudas, a sus 28 años (cumplirá 29 en mayo), sobre si el mejor Gallopin ya lo hemos visto. Si sigue la senda de 2015 y 2016 es posible que sí.
– Andrew Talansky: Un caso similar al de Gallopin pero con otro perfil. Segundo en París-Niza en 2013, ganador frente a Froome y Contador de Dauphiné en 2014, asomaba como una de las más prometedoras estrellas del ciclismo norteamericano. Sin embargo, desde entonces parece no haber mejorado en nada. Incluso su 5º puesto en la Vuelta’16 dejó el aroma de los sucesos casuales. 2017 puede ser su último tren para llegar a ser ese corredor que prometía hace 3 temporadas.
– Warren Barguil: Sin la fama ni los resultados de Pinot y Bardet, el bretón de Sunweb es el outsider de los vueltómanos franceses. Deslumbrante en su primera grande, la Vuelta’13, donde ganó dos etapas con apenas 21 años, disparó las expectativas en torno a él y si bien es cierto que aún es joven (cumplirá 26 años en octubre) también lo es que parece un poco estancado. En 2017 deberá, pues, dar un paso al frente y confirmar que está en el buen camino y que simplemente se lo está tomando con tranquilidad.
SERGIO ESPADA
