Las declaraciones del despechado Rasmussen dejan en evidencia al vencedor del Giro 2012, que intenta frenar la avalancha de dedos acusadores afirmado que la práctica dopante “desapareció mucho antes de llegar a Slipstream“. En todo caso, las dudas, que ya existían dado su excepcional rendimiento en la que fue la mejor victoria de su carrera, volverán con más fuerza que nunca.
Si ya aparecen incluso cuando no hay motivos, ¿qué sucede cuando hay indicios? Lo más sencillo: crucificar una vez más a este deporte, generalizar esta práctica y simplemente aparecer.
De nuevo el ciclismo en entredicho debido a las investigaciones que llegan desde Estados Unidos. Bien, porque todo lo que conlleve un deporte más limpio y más puro en la misma definición de deporte, será positivo a largo plazo. Pero inoportuno, una vez más. Las revelaciones de Rasmussen se realizan bastantes años después, referidas, además, al círculo de mountain bike.
Mientras los problemas del ciclismo se solucionen con tachar listas de ganadores, mal camino. El ciclismo vive de la historia y sus mitos. Si esos mitos dentro de diez años están tachados, ¿con quién vamos a comparar a los nuevos genios? Eso es aún más grave que la inoportuna y oportunista limpieza.
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