Sólo tres ciclistas han tenido el honor de recibir el apelativo de “Campeonissimo” por parte de los tifosi italianos: Constante Girardengo, Fausto Coppi y el protagonista de la segunda entrega de In Memoriam. Alfredo Binda (1902-1985), aunque nacido en las cercanías de Varesse, se crió en el sur de Francia, concretamente en Niza. Allí, mientras se forma como escayolista, comienza a prodigarse en el velódromo de Pont Magnam. Es por ello que a su físico de escalador se uniera una gran técnica rodadora que le convirtió en un campeón universal. Por suerte para el ciclismo, Alfredo deja la “obra” en 1923 para comenzar a encadenar una impresionante lista de victorias menores en territorio francés, antes de debutar en la que sería, casi literalmente, su carrera.
No diga Giro, diga Binda
El Giro de 1925 se planteaba inicialmente como un apasionante duelo entre los dos dobles ganadores de la carrera, Girardengo y Giovanni Brunero. La carrera siguió el guión previsto en las cuatro primeras etapas, en las que Girardengo se aupó al liderato tras dos victorias parciales. En la 5ª etapa un semidesconocido recién llegado de Francia toma el liderato tras ocupar la segunda plaza en una escapada con Belloni, ganador en 1920 y que se postula como el tercero en discordia para la General. Sin embargo, al día siguiente, camino de Bari, Binda demuestra no ser flor de un día, ganando su primera etapa y afianzando un liderato que ya no abandonaría. En la clasificación final Brunero se queda a más de 7 minutos y Girardengo a 4. Constante nunca perdonaría la osadía del jovenzuelo, al que odiaría a muerte el resto de su carrera profesional, aprovechando la menor oportunidad para desprestigiarlo ante prensa y aficionados.
En 1926 Binda se cae en la 2ª etapa, perdiendo un tiempo irrecuperable. Girardengo, que lidera la carrera con solvencia también se va al suelo en la 7ª etapa, quedando el camino expedito para la victoria de Brunero, que se convierte en el primer tricampeón de la historia del Giro. A pesar de su mala suerte, Binda finaliza en segunda posición en la General y gana cuatro etapas.
El siguiente Giro contempla una superioridad nunca vista en una Gran Vuelta. Alfredo lidera la carrera de principio a fin y gana 12 de las 15 etapas disputadas, aventajando a un impotente Brunero en más de 27 minutos. Sobran los calificativos para describir tan excelente prestación. En 1928 consolida su tiranía en la ronda italiana: gana de nuevo la general, igualando el récord de victorias de Brunero y se impone en 5 etapas, que podrían haber sido más sino se hubiese empeñado en ayudar a su hermano y gregario Albino Binda a ganar una etapa, objetivo logrado en la octava jornada.
El Giro 1929 constituye un nuevo hito en la historia del ciclismo, Alfredo se impone en 8 etapas consecutivas y gana de nuevo la general sin rival. Al contrario de lo que pudiera parecer en una Italia que acostumbra a idolatrar a sus ídolos deportivos, tras esta exhibición Alfredo se convierte en un corredor impopular, especialmente entre la prensa, acusado del delito de “ganar sin aparente esfuerzo”. Tanto es así que antes del Giro de 1930 se produce una de las situaciones más sorprendentes y vergonzosas de la historia del ciclismo. La Gazzeta dello Sports plantea obligar a Binda a correr con una bicicleta más pesada o incluso tomar la salida más tarde en cada etapa, planteamiento a los que el gran campeón se niega en redondo. Sin embargo Armando Gougnet, patrón del Giro, convence a los responsables del equipo Legnano para que Binda no participe la salida a cambio de 22.500 liras, cifra superior a la que recibía el ganador final.
Este bochornoso “acuerdo”, que emborrona su impoluta carrera, se convierte en una “maldición” para Alfredo en las siguientes ediciones del Giro. Así en 1931 se le niega una nueva victoria absoluta tras una caída en la 5ª etapa, cuando iba líder y ya había sumado 2 victorias parciales. En 1932 no gana ni una sola etapa y termina 7º a casi 20 minutos de Pesenti, que con una escapada bidón le “birla” la victoria final al belga Joseph Demuysere.
En el Giro de 1933 pocos cuentan ya con Alfredo y todo parece indicar que se producirá la primera victoria foránea de la historia de la Corsa Rossa a cargo de Demuysere. Pero el recórdman resurge de sus cenizas y en su última gran exhibición en el Giro supera al belga, líder hasta el ecuador de la carrera, venciendo en 7 de las 17 etapas, entre ellas la primera CRI de la historia de una gran vuelta. Con ello Binda entra en el libro de oro del Giro de Italia, con una marca de 5 victorias finales que sólo ha sido igualada por Coppi y Merckx.
Alfredo aún correría dos Giros más, 1934, donde partía de nuevo como favorito y abandona tras una caída en las primeras etapas y 1935, donde físicamente ya muy mermado a base de pundonor se clasifica segundo en 4 etapas y finaliza perdido en la clasificación general.
Mucho más que el Giro
Ya en los años 20 tres carreras de un día destacaban en el panorama ciclista italiano, la Milán San Remo, el Campeonato Nacional y el Giro de Lombardía. En todas ellas brilló el gran Binda. Con la Milán San Remo mantuvo una relación que podríamos calificar como de amor-odio, ya que si bien ganó brillantemente las ediciones de 1929 y 1931, el mar mediterráneo fue testigo en 1928 de uno de los pocos duelos mano a mano en los que Girardengo superó a Binda, en un sprint a “cara de perro”. Además en la “Primavera” de 1936 sufre una dura caída que le produce una rotura de fémur tras la que nunca volvería a competir.
En cuanto al Campeonato Nacional, tras un brillante debut en 1925, donde a punto está de vencer a Girardengo, vence de manera consecutiva en los cuatro siguientes, impidiendo que Constante alcanzase la cifra mágica de 10 campeonatos en ruta. El otro Monumento del Ciclismo italiano contempló también escapadas épicas de Binda, casi todas apoyadas en la ascensión a la Madonna del Ghisallo, punto neurálgico de la carrera a partir de los años 20. Alfredo suma tres triunfos consecutivos en “La classica delle foglie morte” entre 1925 y 1927 y consigue uno más en 1931, consiguiendo así el récord de victorias de la prueba, sólo superado posteriormente por las cinco victorias de Coppi.
Si bien Binda no se prodigó en demasía lejos de Italia, sus participaciones en pruebas internacionales acabaron casi siempre en éxito. De hecho, aún a día de hoy posee el mejor palmarés de todos los tiempos en los Mundiales de Fondo en carretera. Esta competición, en su versión reservada a profesionales, se celebró por primera vez en 1927, donde Alfredo “aplasta” a Girardengo, siempre Girardengo, que cruza la línea de meta de Nürburg (Alemania) a más de 7 minutos de su gran rival. Repite victoria en 1930 por delante del emergente Learco Guerra, la “locomotora humana” y en 1932, cuando todos hablaban, especialmente sus enemigos, de un “campeón viejo y acabado” (no había conseguido ninguna victoria importante esa temporada y había realizado un discreto Giro), supera a Bertoni y a un doble vencedor de Tour, Nicolás Frantz. Un tercer puesto y dos 6ª posiciones completan un palmarés mundialista que ni si quiera el “Caníbal” ha podido superar.
En cuanto al Tour de Francia, tras el “affaire” del Giro 1930, Binda parte como principal favorito en su debut en la ronda gala junto con el belga Demuysere. Pero en la 7ª etapa camino de Hendaya sufre una aparatosa caída que le hace perder más de 1 hora y con ello sus posibilidades de victoria final. A pesar de llegar muy tocado a meta, toma la salida al día siguiente y con el orgullo herido vence las dos etapas pirenaicas con finales en Pau y Luchon. Aquejado de múltiples dolores no tiene más remedio que abandonar en la siguiente etapa, la 10ª. Alfredo jamás volvería a portar un dorsal en la Grande Boucle.
Un nombre para la posteridad
Poco querido durante su carrera deportiva por el gran público (Italia estuvo durante años buscando un “anti-Binda”, circunstancia que marcó la carrera profesional de una generación entera de corredores italianos que no pudieron cargar con esa presión) el tiempo ha puesto a Binda en el sitio que se merece, ocupando en el corazón de los tifosi un lugar privilegiado en su particular panteón de campeones.
Casi nadie recuerda su impopularidad ni las “puyas” que le lanzaban sus rivales en público, de hecho su nombre ha quedado asociado a sus grandes récords de victorias y a sus años como seleccionador nacional de los equipos “azzurros” que acudieron al Tour y el Campeonato del Mundo entre los años 1948 y 1962, donde dirigió con maestría y extraordinarias dotes de malabarismo a campeones de fuerte carácter como Coppi, Bartali o Magni.
El Trofeo Binda, prueba que abre la Copa del Mundo femenina a finales de marzo, y la Societá Ciclística Alfredo Binda (organizadora de eventos ciclistas de magnitud tal como los Campeonatos del Mundo de Varesse 1951 y 2008) contribuyen a que el nombre de este gran campeón continúe siendo una referencia en el mundillo ciclista.
Finalizamos este homenaje rescatando unas palabras del campeón, que en una ocasión al ser preguntado por la actitud de Girardengo hacia él se limitó a decir: “Es inútil sembrar la cizaña, la cizaña sale por sí sola”. Así era el segundo Campeonissimo de la historia, al que los buenos aficionados al ciclismo siempre recordarán.