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ANÁLISIS PCM: YATES NAVEGA HACIA EL GIRO

La segunda semana de la corsa rosa, se iniciaba con una etapa  de 239 kilómetros entre Penne y Gualdo Tadino. Una jornada en la que a priori, se daba buena para que una fuga llegara a buen puerto. Tanto por ser una de esas jornadas tan extrañas posteriores a los días de descanso, como por el recorrido.

La cuestión es, que se salió a fuego y para sorpresa de propios y extraños, el triunfador en la cima del Etna Johan Esteban Chaves, hacía aguas a las primeras de cambio. A lo largo de la semana, ha sido cuando menos extraño, observar como el portador de la maglia azzurra de líder de la montaña, se quedaba hasta en la rampa del garaje de la salida del hotel del Michelton-Scott.

En este día de guerra sin cuartel, triunfaría aquel esloveno llamado a ser gran figura en las pruebas de un día, máxime tras sus campeonatos del mundo logrados como junior y sub-23. Este no es otro, que Matej Mohoric, el ciclista de Bahréin, cruzaba en primera posición la meta, tras una exhibición de poderío en el kilómetro final.

La etapa decimoprimera, con partida en Assisi, nos guardaba un gran regalo a todos los amantes del ciclismo, con una  emboscada final por las calles de Osimo, a la que debemos de sumar un mano a mano high-class entre Simon Philip Yates y Tom Dumoulin. Una vez más, Chris Froome se dejaba una ristra de segundos en la línea de meta, gracias a los cuales empezamos a preparar su velatorio en este Giro. ¿Sería demasiado pronto?

Un día más tarde, con eso de que el Giro y sus organizadores hacen, llevan y pasan la carrera por donde quieren, el circuito de Imola, sería el escenario de una más que presumible volatta final. El velocista irlandés del Bora Sam Bennett, gracias a un ataque que parecía hecho a cámara lenta, sorprendía al personal. Con sus dos victorias en el presente Giro, Bennett da un paso adelante en su carrera, tan necesario para él, como esperado por todos.

La jornada doce más uno, nos llevaría hasta las calles de Nervesa Della Battaglia, donde Elia Viviani se imponía al anteriormente citado Sam Bennett, en la que presumiblemente será, la penúltima ocasión de ver un sprint multitudinario en este Giro. Siempre y cuando en las calles de Roma, no salte la banca.

El sábado todos los amantes del ciclismo y algunos que no lo son también, amanecíamos con ganas de ver lo que nos depararía el coloso Zoncolan. Y si bien el espectáculo y la batalla, no estuvieron a la altura de las expectativas, la sorpresa de ver a un renacido Chris Froome molinillo en ristre, mereció la espera.

El hombre que domina el Tour, el keniata albino, el hombre que en vez de venas en los brazos, parece que tiene el mapa de carreteras de la vía Michelin, daba un golpe de mano a la carrera, como únicamente lo pueden dar las grandes figuras. Y todos pensamos, hay Giro.

Pero la corsa rosa, es caprichosa y lo que rápido da, rápido lo quita. Y la etapa decimoquinta, nos depararía con un recorrido con mucho menos desnivel que el día anterior, pero con un espectáculo mayor y más sorpresas. La mayor de todas, un  Chris Froome que se volvía a dejar un preciado tiempo que casi definitivamente le alejaba de la lucha por la maglia rosa. En el otro lado de la moneda, el líder Yates que no sé por qué tanto me recuerda al Berzin de 1994, se daba un paseo hasta la meta de Sappada, con Dumoulin, Superman López, Pinot, Pozzovivo y Carapaz, persiguiéndolo como una jauría de lobos, con poco orden y menos entendimiento.

Fruto de este segundo bloque de carrera, el jefe del Michelton-Scott, tiene la carrera muy de cara. Pero ojo, la crono y la traca final de montaña de este Giro, se presentan calentitas.

Imanol Gonzalez Gete

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