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CICLISMO DE DOS VELOCIDADES

Y en éstas estamos. Cuando hace unos años a estas horas estaríamos estudiando con ilusión la lista de participantes de la próxima edición del Tour de Francia, hoy la actualidad nos manda reflexionar sobre otros asuntos.

Tantas cosas que decir que uno no sabe por dónde comenzar.

¿Cómo afrontar este Tour de Francia de 2018 del que parte de la afición se ha apeado ya sin ni siquiera haber comenzado? El desinterés, la desconfianza, el pasotismo, el hastío, el escepticismo, la incredulidad, la sensación de lo que se supone que va a ocurrir va a ser una vez más un déja vu… Son las tristes sensaciones que se han apoderado de la afición más tradicional a este deporte. Con las decisiones que se están tomando, pareciera que el nuevo ciclismo hubiese amortizado ya la pérdida de la ilusión de los aficionados más veteranos, y confiase en vender su producto a las nuevas generaciones.

Contrastar la ilusión con la que antes vivíamos muchos aficionados las horas previas al inicio de la Grande Boucle, con el hastío actualmente reinante, resulta ciertamente muy desalentador para el ciclismo.

La decisión de la UCI de no sancionar a Chris Froome por su positivo en la pasada Vuelta a España tiene una grave y primera consecuencia. Toda la jurisprudencia que anteriormente servía para castigar a un ciclista, a partir de la exoneración de Chris Froome sirve para… precisamente no castigarlo. De un plumazo, y simplemente para exculpar de sanción a un solo ciclista, por muy Chris Froome que se llame, todo el entramado jurídico en que se ha basado durante los últimos años el Derecho Deportivo en lo que atañe al ciclismo, ha saltado por los aires. Lo que antes servía para sancionar, desde este momento sirve también para no hacerlo, según los razonamientos de la AMA, que ha dado por suyos también la UCI para evitarse complicaciones.

Las consecuencias jurídicas que esto podría acarrear para el futuro son a estas horas imprevisibles. O quizás seamos unos ingenuos, y aunque técnicamente las pudiese conllevar, la práctica va a ser que no va a cambiar absolutamente nada. Por la sencilla razón de que el resto de ciclistas no se llaman Chris Froome y no corren en Sky. Así de explícito. Porque, demostrado está, Chris Froome ha sido diferente ante la ley que el resto de ciclistas. La sospechada impunidad que muchos aficionados presuponían relativa a corredores de Sky, tristemente se ha confirmado.

¿Y respecto a las consecuencias deportivas? ¿Debemos considerar a Chris Froome un ciclista como los demás cuando se ha visto que, en lo que respecta al Derecho deportivo, no lo es? ¿Hasta qué punto un medio de comunicación deportivo debe ignorar este hecho y partir de la base de que todos los corredores participan en una prueba en igualdad de condiciones, cuando probado está que no lo hacen? ¿Va a resultar creíble lo que suceda en la inminente edición del Tour de Francia y en el resto de pruebas del calendario?

Triste resulta también la resolución que ha tomado la UCI en su diatriba. Porque la UCI ha tenido la opción, en última instancia, de haberse armado de valor y haber sancionado a Chris Froome. Que era ni más ni menos lo que ha hecho con otros ciclistas, no lo olvidemos. Pero no. Ha favorecido a una empresa privada, Sky, frente a otra empresa privada, ASO, los organizadores del Tour. Porque no olvidemos que ASO pretendió vetar a Froome de participar en este próximo Tour 2018.

Sky, a fin de cuentas unos perfectos advenedizos en esto del ciclismo profesional, y que se supone que no estarán muchos más años en él, ha ganado la partida a ASO, la empresa organizadora de la carrera más importante del mundo. Carrera con 115 años de historia, y que se supone que se seguirá disputando por muchos años. Resulta muy difícil de explicar y de entender…

La UCI sabrá…

RAÚL ANSÓ ARROBARREN

@ranbarren

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