Cicloturismo: la bicicleta

Es nuestra mejor aliada, por lo que habrá que elegir una buena máquina, adaptada a los retos que nos planteemos. Hay que estar a gusto con ella, sentirla como una prolongación más del propio cuerpo. Para ello habrá que tener en cuenta nuestra talla, peso y condiciones físicas, así como la previsión del uso que le vayamos a dar.

Una vez elegida, hay que llevar un mantenimiento continuo, a través del cual conservarla en las mejores condiciones. Debemos no olvidar que en un momento de dificultad, como puede ser una bajada frenética, tener en buen estado nuestra bicicleta nos va a ahorrar más de un disgusto.

Simplemente se trata de comprobar que todos los mecanismos funcionan correctamente de forma periódica, preferiblemente antes de partir. Los frenos, los cambios, la cadena, el nivel de aire de las ruedas, las cubiertas… muchos detalles a los que prestarle atención. Sin embargo, dejando un poco de lado el tema de la seguridad, lo más importante es el sillín. Su buen ajuste nos va a permitir disfrutar en condiciones del ejercicio, además de que de ese modo no perjudicamos nuestro organismo, nuestro cuerpo.

Como vemos en los artículos de biomecánica, muchas lesiones futuras se pueden evitar con algo tan sencillo como prestarle atención a una pedalada cómoda, a una postura adecuada. La bicicleta se debe corresponder con nuestro peso y talla, así será más sencillo adaptarla.

Por supuesto, hay que saber bien dónde se guarda. Aunque los materiales con los que ahora se trabajan son de alta calidad, la humedad, el calor intenso o condiciones extremas pueden provocar daños no deseables. Se recomienda tratar de aislar la bicicleta de todas estas circunstancias cubriéndola con algún tipo de lona.

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